Labios, copas y tricomas. Cap_5
5.-
Sin
creerme lo que acaba de ver, y viendo que Mike empezaba a poner de
pie al pobre Tom, apaleado y dejando un pequeño charco de sangre en
el suelo procedente de la pierna en la que le acababan de disparar a
quema ropa, conseguí ponerme en pie pese a que me temblaban las
piernas. Eché a correr en dirección a detrás de las gradas, por
dónde estaba la zona de la verja por la que entramos Karl y yo.
Antes de llegar divise a Karl en la esquina de la estructura y supuse
que me debió verme venir corriendo por el medio de las pistas porque
no se movió de allí.-Vámonos .- Le dije mientras seguía corriendo
al lugar por el que conseguimos entrar, el agujero en la verja. Me
siguió de inmediato. Cuando llegamos al bosquecillo, deje de correr
y recé para que a Mike no le hubiese dado tiempo a verme corriendo a
través de las pistas. -Vale tío, ¿que cojones ha pasado?.- Me
pregunto Karl, jadeando tras la carrera. No podía mentirle,
seguramente habría visto los coches en la entrada y por eso vino a
la caseta de apuestas. Lo
que no entendí es porque primero retrocedió hasta las gradas.-Tío,
lo que te voy a contar es mejor que quede entre tu y yo. No se lo
podemos contar a ninguno de estos, ya te voy a poner en riesgo a ti
por contártelo, aunque juraría que no me han visto. Bueno, lo
entenderás mejor cuando te lo cuente.- - Estás tardo, John.- Y le
conté todo lo que había visto y odio. La pasividad de Mike mirando
a la nada, al principio, y la indiferencia absoluta de Richar. Cómo
Jim había
amenazado, humillado y acabando disparando al pobre Tom. También
como esos mexicanos estaban a las ordenes de Jim. No le conté lo que
estaría haciendo Mike en ese preciso momento, Karl no tenía porque
cargar con eso, por lo menos hasta tener una explicación de Mike.
Karl se había quedado callado. Se sentó en el suelo, mirando a la
nada. Yo
me tranquilicé al habérselo contado y haber repartido el peso y le
logré decir.
-No te preocupes, seguro que tiene una explicación, Karl, conocemos
a Mike, es imposible que él sea un mafioso o algo por el estilo, y
menos un esbirro, de ser el caso. De todas maneras, lo
solucionaremos, ¿me estás escuchando?- Le dije para animarlo, pero
yo, aún
habiendo compartido el peso,
estaba igual, no entendía que coño había pasado ahí dentro. ¿Jim
no era el alegre dueño de “La primera” y
el primo de Mike?
¿Que coño hacía con una pistola disparando a gente que le debe
dinero? Y, Mike, ¿que cojones pintaba en allí?, ¿desde cuándo iba
a ese tipo de “reuniones” clandestinas?, ¿él también llevaría
pistola? Y lo más importante, ¿la habría utilizado? - John,
¿dijeron, en algún momento, de que cojones les debía dinero Tom?
El
padre de Jimbo es Adam Nielson, el puto gobernador de esta isla. Y
has dicho que eran mexicanos los tipos que retuvieron a Tom mientras
Jim le metía la pipa en la boca, ¿no? Esto puede ser muy gordo,
colega.- y
se volvió a callar. Pasaron unos segundos hasta que Karl volvió a
romper el silencio.-
¿Por qué cojones me llamas siempre para meterme en putas movidas?
No, no podías llamar a Tony, que está medio loco y está fuerte, o
ha Dan, ese chaval tienes ganas siempre de movidas, no, me tenías
que llamar a mi, joder hermano, me cago en la puta. Y encima me lo
has tenido que contar, ¿no? Era para darte de puñetazos.- Note que
el tono final iba en broma y consiguió que me riera incluso en esas
circustancías, pero tenía razón, esto podía ser muy gordo, y eso
que Karl no sabía que también Jim tenía influencias en la policía
de la isla. - No tío, no dijeron de que les debía dinero Tom “El
apalizado”.- Le contesté. Riéndome. No lo pude evitar.-Tío, ya
nos estamos pasando con las risas, putos porros. Tenemos que irnos o
el tonto de Paul va a llamar a la Poli y
van acabar pillando a Mike, y no queremos que eso pase, ¿no?
Además
yo tengo que irme a casa. ¿Cuándo libras? Para
quedar con más tiempo y hablar más a fondo de todo esto hermano.-
Dijo Karl, ya poniéndose en marcha. - Pasado mañana. No te
preocupes, yo te llamo y quedamos. Te iba a decir de quedar mañana
por la noche pero ya tengo planes, colegita.- Dije, sonriendo tras
recordar que mañana tenia una cita con Lys. Me
acordé también de lo que le había dicho Mike a Richar “..no iba
a dejar que la destrozases a guantazos
mientras la violabas...”. Se
me revolvió el estomago y de repente tenía ganas de matar a ese
pedazo de violador hijo de puta. Sólo de pensar en ello hacía que
me hirviese la sangre. Intenté tranquilizarme, Lys era lista y
llegado el momento me encargaría de protegerla si le hiciera falta.
-
Bueno,
mejor no te pregunto, no vaya a ser que vayas raptar a alguien o ha
cometer un atraco, ya sabes, lo normal estos días.- Dijo riéndose,
y
noté
que me vió
serio, asique, yo también me esforcé por reírme.
Pese a lo serio que fuera el tema, era mejor tomarlo con humor,
aunque el tema fuera que uno
de tus mejores colegas fuera un posible esbirro de alguna mafia.
Supongo
que todavía no habíamos asimilado esa terrible verdad porque Mike
no era de ese tipo de personas, era imposible, tenía que tener una
explicación, o de eso me había convencido. Y parecía que Karl
también.
Además,
cómo le había dicho a Karl cuándo se quedo callado sentado en
suelo del bosquecillo, lo solucionaríamos. No sabía aún cómo,
pero lo haríamos.
Nuestro
buen humor hizo que la versión que le contamos a Paul de lo que
había pasado a esa noche resultara más creíble.- Estaba con una
jamba que le pasaba justamente lo que dijiste tú, que le ponía los
sitios abandonados.- Le dijo Karl a Paul cuando preguntó que
habíamos averiguado. -Eso es, además parecía que le gustaba duro.-
Añadí, viendo cómo se reía Karl, acordándome del pobre Tom.-
¿Si? ¿Estaba buena?- Preguntó queriendo saber más Paul.-No la
vimos muy bien, coleguita.
Además, no se de que te sirve saber eso, pequeña
sabandija del desierto.- Contesté mientras arranqué. -Es
cierto, no creo que Mike me la vaya a presentar, desde que salió del
centro de menores no es que halla ligado mucho el campeón.- Dijo
Paul, haciendo una gran reflexión. -No creo que te la vaya a
presentar, no. Llévame
a casa, John, que ya es tarde y tengo que seguir estudiando, aunque
no sé si podré.- Dijo Karl, terminando la frase con un bostezo. -De
acuerdo. ¿Quieres que te acerque a ti también, a casa, Paul?-- Lo
daba por supuesto, amigo mío.- Conest´Paul mientras se estiraba en
la parte de atrás del coche. Arranque el coche y di la vuelta,
intentando hacer la menos maniobras posibles, en el camino donde
habíamos aparcado. En cuanto lo conseguí aceleré.
Deje
primero a Karl, que era
el que más lejos vivía. - Buenos chavales, hasta más ver. Sobra
decir que no le vamos a decir nada a Mike de lo que hemos hecho está
noche, ¿no?- Dijo Karl cuando se bajo del coche, mirando a Paul, que
contestó con un “Claro tío”, dejando totalmente en duda si
había entendido bien lo que Karl quería decir, el cuál debió
confiar en Paul en ese momento y cerrando la puerta del coche, se
marchó. Con
Paul sentado atrás, parecía su chófer más
que
su colega, asique le dije que se pusiera adelante conmigo. Cuando lo
hizo arranque dirección a SugarCoast, donde vivía Paul con su madre
y su hermana, Mery y Jessica. Vivían los tres en un pequeño piso
que Mery había convertido en un lugar muy acogedor. Además, contaba
con una terraza enorme en la que en verano quedábamos todos para
hacer barbacoas por la noche. En cuanto llegamos le recordé a Paul
que era mejor no decirle nada a Mike de la pequeña aventura de esa
noche.-¿No ves que si se lo contamos vamos a quedar cómo unos
desconfiados de mierda?- Le terminé diciendo.-Si tío, ya me ha
quedado claro, no seas brasas.- Contestó
y
abrió la puerta del coche para salir. -Vale tío, hasta mañana, nos
vemos en el curro, descansa.- Me despedí y, cuando cerro la puerta
del coche, me marché pensando
en quizá debería haberle preguntado por su madre, porque tal
llevaba el cáncer. Mery luchaba contra la leucemia desde hace años
y, aunque se suponía que la había vencido varias veces, gracias a
largas estancias en el hospital, momentos en los que Paul y Jessica
vivían con sus abuelos maternos, cargadas de quimo-terapias y otros
tipos diferentes de tratamientos, cómo
tomar un medicamento llamado “Imatinib”.
El
último tratamiento, un trasplante de células madre, había sido el
más doloroso y el más efectivo a la vez. Consistía
en un principio recibir mucha quimio y radioterapia para destruir,
casi por completo, la médula osea enferma, en el caso de Mery fue en
la cadera, para después realizar un trasplante de células madre que
la reconstruyeran. Paul nos había contado todo eso las pocas veces
que hablaba del tema, o las pocas veces que nosotros le
preguntábamos, porque tampoco nos gustaba hurgar en la herida y,
creo personalmente, que es mejor que fuera el quién nos hablara de
eso cuando el quisiera o lo necesitara. Eso
no quería decir que no me preocupara, por lo menos a mi, aunque
tampoco soy un tipo que le de muchas vueltas a las cosas.
Estaba
conduciendo hacia casa cuando cambié de idea y cambié mi dirección
hacia la playa. Quería un momento de paz. Paré primero, en doble
fila, delante de un veinticuatro horas
que
estaba cerca del paseo marítimo y del puerto de SugarCoast. Entré,
estaba vació. Ya sabía lo que quería, asique me acerqué a la
nevera en la que estaban las bebidas y busqué lo que quería tras el
cristal de la puerta, sin abrirla. Cuándo encontré las
“Voll-Damm” doble malta abrí la puerta y cogí un par de ellas.
Con eso era suficiente. Detrás
del
mostrador, sentado
en una silla.
había
un señor bastante mayor, calvo, con los ojos marrones cómo si los
tuviera hundidos en la cara y un espeso bigote gris que casi le
escondí la boca por completo. Se
levantó de la silla al verme llegar y dejó una revista de coches,
las típicas en las que lo último que sueles mirar son los coches,
pues en todos aparecen modelos desnudas en poses que dejan poco a la
imaginación. El
hombre parecía bastante aburrido al estar sólo tanto tiempo por la
noche. Lo que no parecía saber el señor es que la única manera de
no estar sólo es no generar soledad,
ya que ni abrió la boca y
se limitó a cobrarme, cuándo al dejar las lastas en el mostrador,
le dí un billete de veinte y le di las “Buenas noches”. Me dio
la vuelta del dinero y sentándose en una silla, y volvió a coger la
revista de “coches”. Volví a subir al coche, pensando
en que lo que le faltaba a ese hombre, igual que ha muchos, era
actitud, aunque quizá lo estaba juzgando demasiado rápido y
solamente había tenido un mal día.
Arranqué,
dandole
vueltas a lo rápido que juzgo a las personas y en que debería dejar
de hacerlo,
y
conduje por la gran avenida, en la que se encontraban mi hotel y unos
cientos más, hasta que pude meterme por una calle con acceso a la
playa. Con el coche ya aparcado justo antes de llegar a la arena de
la playa,
me descalcé y deje las “asics”, ya no tan blanca ni nuevas tras
el paseo por el bosque, dentro del coche.
Cuándo me empecé ha andar en la playa vi que a
mi izquierda, cerca,
había un montón de esas embarcaciones a pedales que se alquilan en
la playa y
a mi derecha
unas
cuantas torres de tumbonas. Fui
hasta una de las
barcas
y
me senté. Abrí una de las latas, le dí un trago, y saque del
paquete de tabaco un cigarro, papel y la china de polen que había
dentro, esperando su momento.
Mientras
me liaba el canuto me recordé que
tenía
un colega colombiano que se llamaba Sam que se dedicaba alquilar
estas barcas.
Era el trabajo soñado para él, todo el día en la playa conociendo
a gente de todo el mundo, y además ganaba bastante dinero, la
verdad. Le habíamos visto estudiando alemán, sueco, francés, ruso
y algún que otro idioma, incluido el árabe, en su pequeño puesto
en la playa, que consistía de una mesa, una silla y una sombrilla.
Es
increíble lo que puede hacer una persona con una determinación de
acero. Partirse
antes que doblarse, esa es la clave, no
cambiar la meta por muchos golpes que vengan, por muy cansado que
estés, por mucho que cueste. Lo importante no es más que lo que
consideremos importante,
hasta que deje de serlo. Y
Supongo que hasta un hijo puede dejar de serlo, cómo le pasaba a Dan
y su padre, que pese a ser padre e hijo no recuerdo que se hubieran
tratado como tales. Son cosas que pasan, decisiones que rompen a
personas que nunca volverán a ser lo mismas. El
padre de Dan prefirió vivir su vida llena de vicios antes que luchar
por su hijo y por su mujer, incluso gastándose el poco dinero que su
podre madre ganaba para poder comer. Dan me había contado muchas
veces cómo, cuando era pequeño, su madre y él no comían en la
misma mesa para que él no viera que ella no tenía nada para comer,
mientras su padre estaría en cualquier lugar, borracho. Decisiones.
Lo que no era capaz de entender era el por qué de esas putas
decisiones. ¿No hubiera sido más feliz cuidando de su familia? ¿De
tener un hijo orgulloso de ti? ¿Por que cojones Mike estaba en esa
puta caseta viendo cómo maltrataban a un hombre por dinero? Joder,
espero que tuviera una buena razón, no cómo el padre de Dan. ¿Pero
que razón puede haber para eso? ¿Dinero? Es verdad que el dinero y
todo lo que tenían los padres de Mike se lo comieron los bancos,
pues parece ser que el padre de Mike, que
había conseguido generar muco dinero,
tenía mogollón de deudas aunque nunca pareció del tipo de personas
que vivía por encima de sus posibilidades,
y
Mike se vio sin nada en la vida más que a su hermano y en cuánto
salió del centro, incluso dentro, busco un trabajo y ahora no vive
mal, pero no quita que perdiera la clase de vida desprendida que
había llevado hasta entonces. Tal vez fuese por eso pero no creía
que Mike fuera así de frío por dinero, o por lo menos yo no quería
admitirló. Lo
que si sabía es que Mike estaba tomando unas decisiones que podrían
marcar al pequeño Tomas y, aunque tampoco quise admitirlo, a mí.
Decidí
no hablar con Mike sin haber hablado antes de todo con Karl y
contarle todo, incluso lo que me cayé en el bosquecillo.
Abrí
la segunda lata ya que la primera había muerto igual que el canelo
el cuál me fume sin darme apenas cuenta. Empecé a escuchar risas
justo por dónde había aparcado. Eran tres chicas que al contrarío
que yo fueron hacía las torres de tumbonas. No sé porqué pero en
ese momento busque a Lys entre ellas pero no la encontré. Saqué
un cigarro del paquete y lo encendí mientras empecé a imaginarme
con Lys y una pequeña copia de ella, nuestras posible futura hija.
Pensé en yo no dejaría de luchar nunca por esa niña, en que
cambiaría mi vida e imagine a Lys jugando con ella en la playa.
Cualquiera
que pasara cerca se daría cuenta de que
estaba sonriendo cómo un subnormal a la nada. En ese momento note
una mano que me zarandeaba el hombro. Justo.
– Ey, ¿Dónde estabas? Deberías dejar los canutos, te están
dejando tonto.- Era Sarah, la camarera de “Los
soles”, que me miraba sonriendo, divertida. Yo estaba pensando que
la visión que estaba teniendo no era para nada tonta cuando siguió
hablando.- ¿Ahora nos encontramos en todos sitios o me estabas
esperando? Es broma, no sabía quien eras, te he reconocido cuando
estaba viniendo. ¿Tienes fuego, es que ni mis amigas ni yo tenemos?
--Si claro, toma.- Balbucee, la verdad es que estaba bastante ciego.
- Gracias.- Dijo ella cogiendo el mechero que le alcancé con la
mano. Se encendió un canuto y no sé porque, me gustó. - Por
cierto, tu colega, el de antes, el del pelito en la cara y los ojos
oscuros, ¿iba en serio? Porque la verdad es que bien mono, no le
digas que te lo he dicho yo, eh.- Dijo tras soltar el humo y
devolverme el mechero. -Tranquila, puedes confiar en mí y, sí, es
posible que fuera enserio, pocas veces le he visto hacer lo que hizo
contigo, ser tan directo digo. Por cierto, me llamo John, encantado.-
Y me levanté para darle dos besos pero ella me cortó dándome la
mano.-Yo Sarah, aunque ya lo sabes, ¿no? Bueno, John, me tengo que
marchar que ellas también quieren fumar. - Dijo señalando a sus
amigas, que estaban tumbadas encima de las torres de las tumbonas.-
Gracias por el fuego y espero volveros a ver por el bar.- Y se fue,
sin dejarme decir palabra, mientras que yo me quedaba bobo mirándole
el culo. Juraría que ella sabía que lo iba ha hacer porque estaba
moviendo las caderas cómo para andar más insinuante aún. Me
gustaba ese tipo de chicas, sin complejos, fuertes.
Me
acabé la cerveza que me quedaba intentando no pensar en nada,
mirando a las estrellas en el firmamento mientras escuchaba las olas
que rompían en la playa, a lo lejos, pero fue imposible. Mañana a
esas horas estaría con Lys tomando algo por ahí los dos solos.
Y estuve un buen rato pensando en ello hasta que decidí que ya era
bastante tarde y que estaba muy cansado. Me levanté y fui andando
por la playa. Desde lejos, cuando llegue al coche, Sarah se despidió
haciendo un gesto con la mano, se lo devolví. Sin ponerme las
deportivas, arranqué y empecé a conducir hacia mi cama, en el
coche
empezó a sonar “My Way” de “Frank Sinatra”. Me encantaba esa
canción, sobretodo el final. “ Porque, ¿qué es un hombre sino lo
que ha conseguido? Si no es a sí mismo, entonces no tiene nada.
Decir las cosas que realmente se
sienten
y no las palabras de alguien que se arrodilla. Mi historia muestra
que asumí los golpes y
que lo hice a mi manera.” Cantábamos, Frank y yo dentro del coche,
a viva voz mientras me alejaba ya de la playa.
Cuándo
llegue a casa me hice un colacoa y un canuto más, el de buenas
noches., y salí al balcón buscando el fresquito de la noche,
pensando
en lo raro que había sido el día y
en que Dany estaría durmiendo con la “Rebeca” de turno.
Cuando terminé de fumar, cansado y con la cabeza pesasda, me tumbé
en el sofá, pues,mientras fumaba decidí dormir ahí, y me quedé
profundamente dormido.
Al
día siguiente, cuando sonó el despertador de
mi teléfono
a
la una de la tarde,
hice la rutina habitual. Despertarme y acordarme de quien era.
Conseguirlo y auto-convencerme de ir a trabajar. Mear antes de
ducharme, donde, cómo siempre, tuve que volver ha auto-convencer
para ir a trabajar. Ponerme
el uniforme, ya
totalmente arrugado, y
empezar
a despertar tomándome mientras escuchaba y veía a los nenes jugar
en el patio del colegio de enfrente. Bajar
las escaleras del portal, recordándome donde estaba el coche, y
ponerme las gafas de sol tras encenderme un cigarro. Subirme al
coche, meter la llave y elegir una canción antes de arrancar. Elegí,
esta vez “Dimitri Vegas, Steve Aoki & Like Mike's -"3 Are
Legend"”tras acordarme de que al día siguiente libraba e
iba a quedar con Lys aquella noche. Había despertado del todo.
Me
puse
a tope con esa canción, que duraba, más o menos, lo mismo que el
trayecto al trabajo. La gente debió flipar cuándo empezé a gritar
“Que le jodan” a la vez que el bueno de Steve Aoki lo
hacía a todo volumen,
para pasar a dar saltos sobre el asiento del coche, mientras esperaba
en un semáforo en rojo. Seguí así hasta bajarme del coche e iba ha
entrar la ostia de contento a trabajar, ya
estaba dónde las basuras del hotel,
hasta que alguien vino corriendo por detrás y se tiró encima mío.
Por
un momento imaginé
que era uno
de los mexicanos, de los hombres de Jim, porque en realidad me habían
visto de alguna manera corriendo por las pistas anoche. Me lo quité
de encima cómo pude, listo para luchar, cuándo vi la cara sonriente
de Mike. -Que agresividad por la mañana, eh, ¿te has levantado de
mal humor cómo siempre?- Se reía mientras yo baja los brazos y me
colocaba la camisa del uniforme del trabajo, ya arrugada de por si.
Se me vino a la cabeza las imágenes de la noche anterior, pero
conseguí disimular, haciendo un esfuerzo titánico por no ponerme a
gritarle las preguntas que se me venían a la cabeza junto a las
imagenes, y contesté. - Tú me pones de mal humor, cabronazo. - Y le
tiré un puño que sabía que iba a ver venir. Hizo lo que esperaba,
esquivarlo en vez de protejerse inclinándose hacia su izquierda,
asique le tiré una patada con la pierna derecha pero cómo tenía
las manos libres
consiguió cazarla al vuelo. Vi una sonrisa maliciosa en su cara y me
imaginé lo que venía a continuación, iba a tirarme al suelo
haciéndome la zancadilla en
mí pierna izquierda pero, antes de darle tiempo a hacerlo y
salvándome de un buen golpe, Doc empezó a gritarnos desde la puerta
del servició. - ¡¿Pero se puede saber que hacéis?! ¡¿No
entendéis que os estáis peleando con en el uniforme del hotel, en
el puto recinto del hotel, y que la gente que os vea desde fuera no
sabe que sois extremadamente gilipollas y van a pensar que este hotel
es una mierda por vuestra culpa?!- Vino más rápido que el
corre-caminos, pero mucho más rojo, y nos cogió a los dos por las
orejas. Nos arrastro por el pasillo del servició, en el apareció
todo el mundo, sacando
las cabezas por las diferentes puertas,
por los gritos que había pegado Doc, mientras
nosotros nos quejábamos de dolor y gemíamos, ante la mirada
asombrada de
unos y las risas de otros, cómo era el caso de Fill y Paul que se
estaban descojonando de la risa. Pasamos el bar y nos condujo,
todavía de las orejas, hasta el pasillo de la zona de
administración, que terminaba en el pasillo de dirección. Por un
momento me sentí cómo una
vez
en el instituto, cuándo metimos
espuma de afeitar en la fuente del patio y terminamos
de
la misma manera, por las orejas,
yendo a dirección. Se me hizo eterno aquel pasillo y temí que mi
oreja, ya de por si de soplillo, terminará despegada de mi cabeza.
Nos soltó antes de irrumpir en el despacho de la Directora del
hotel, la cuál se quedó impresionada al ver cómo entraba Doc rojo
cómo un tomate, y nosotros, mientras nos llevábamos una mano a las
orejas doloridas, pensamos en matarle
allí mismo. -Mira,
Roxana, he pillado
a estos dos montando el club de la lucha donde las basuras y ya les
he echado la bronca muchas veces, tantas que ya estoy hasta los
huevos de ellos. Aquí te los dejo. Haz lo que tengas que hacer.-
Dijo Doc y se marchó por donde había venido, quizá aún, más
rápido, dejando
a Roxana con cara de estar flipándolo
que te cagas.
Roxana, una mujer rubia, ya entrada en años pero voluptuosa y muy
guapa, con
dos ojos de un color entre gris y verde y una sonrisa bonita entre
unos labios finos, no
tenía mcuha pinta de querer aguantar aquello.
Pocas veces la veíamos, excepto cuándo venía a los
desayunos que preparábamos en el comedor para nosotros mismos, por
lo que se había ganado el corazón de la mayoría al
dejar hacerlos.
Era muy permisiva pero sin dejar de ser estricta con la imagen del
hotel y los protocolos que ella misma había impuesto. Después de
quedarse callada unos segundos, mientras seguíamos lamiéndonos las
heridas, habló.- Bueno, ¿a qué esperáis? Cerrar la puerta,
sentaros y explicadme que ha pasado.- La obedecimos y le contamos
todo. Que
era una broma común entre nosotros, que sabíamos, y le pedimos
perdón por esto,
que no deberíamos hacer el “subnormal” en el lugar y horas de
trabajo, y cómo Doc, había empezado a volverse loco al vernos y nos
había arrastrado, hasta justo antes de abrir la puerta, por las
orejas mientras nos veía todo el mundo. Que casi nos las arranca y
que no sabíamos realmente quien había dañado más la imagen de la
empresa, si Doc o nosotros. Ella con cada palabra iba más relajando
su cara y
hasta saco alguna
sonrisa con algún comentario de Mike. - Bueno, chicos, creo que
gracias a vuestras orejas habéis ganado una lección, no olvidéis
que venís a trabajar y os pagamos por eso, asique a la próxima os
voy a tener que despedir. Ahora llamad al, ¿Cómo habías dicho,
Mike? “Topo-Rabioso”, ¿no?- Dijo medio riéndose. - O si
prefieres, “Chihuahua-Asesina” y puedo seguir si quieres,
Roxana.- Dijo Mike, pero antes de que pudiera continuar Roxana le
cortó.- Ya está, es un preciado compañero, no te olvides de eso.
Ah, y además tu jefe directo, asique compórtate.- Y posando la
vista en mi, continuo.- Y tú no le sigas el juego al
cabeza de chorlito que tienes por amigo,
¿vale? Venga, iros y llamar a Anastasio-
Mike y yo nos paramos en seco mientras nos levantábamos para irnos,
cuándo
caímos en lo que había dicho.-
¿A
quién has dicho?- Dijimos a la vez. - Ha Anastasio, a Doc.- Contestó
Roxana y volvimos a contestar los dos a la vez.- Ah, vaaale.-
Salimos
del despacho, nos miramos y,
en
ese momento,
los dos pensamos los mismo. Salimos de la zona de administración y
cuándo, en el bar, vimos a Doc junto a Fill y Diana, seguramente
contándoles que había pasado, le dijimos a la vez, con una sonrisa
en la cara. - Dice Roxana que vayas, Anastasio.- A Doc se le cambió
la cara al instante y se quedó mirándonos, fijamente, con los ojos
casi salidos de órbita. Soltó aspiro y espiro muy profundamente y
se fue a hablar con Roxana. Mike y yo nos empezamos a reír ante Fill
y Diana, que no entendían nada. -¿Cómo que Anastasio? ¿Doc se
llama Anastasio?- preguntó Diana. - Normal que lo escondiera si es
así. Yo es que me lo habría cambiado.- Dijo Fill medio riendose ya,
pero nada más empezar apareció Robert
y nos mandó a trabajar, muy serio y dejando claro que no estaba para
risas.
El
día paso cómo todos aquella semana, con mucho sol y poco movimiento
en el chiringuito. La cena se me hizo especialmente aburrida, ya que
Doc no estaba para ninguna broma después de lo que había pasado al
medio día y se notaba el ambiente un poco cargado entre los
camareros, aunque nos echamos alguna risa llamándolo, cada vez que
podíamos,
incluso al cruzarse entre las mesas del comedor entre susurros, con
los muchos nombres que se había inventado Mike a lo largo del día,
aunque nadie se olvidaba de Anastasio.
Mike
y yo salíamos juntos a las diez, asique le conté que había quedado
con Lys para tomar algo.
-Me
alegro joder, haces bien John, esa chica es increíble y podría caer
en manos de cualquier gilipollas que no la valorase.- Sabía
exactamente porque lo decía y tuve ganas de hablar con él de lo que
vi la noche anterior otra
vez,
y
me volví a recordad que
había quedado en no hacer nada hasta hablar con Karl otra vez, y eso
sería mañana, asique me quede con las ganas y le contesté.- Si,
tienes razón. Me marcho, que aún tengo que pasar por casa y todo el
royo, ya sabes. ¿Tú que vas a hacer está noche?- Lo pensó medio
segundo antes de contestar. - He quedado con la chica con la que
estuve ayer.- Era lo primero y lo último que esperaba escuchar. -
Va. Pasalo bien.- Le dije fríamente y me fui sin hacer nuestro
típico “saludo ritual” por primera vez en nuestras
vidas
desde que lo creamos, junto con Karl y Dan, en el instituto.- ¡Suerte
con Lys!- Alcancé
a escuchar desde donde, hace unas horas, Doc nos había cogido de las
orejas.
Subí
al coche con rabia, no quería ni escuchar música. Conduje sin
conocimiento hasta que me tranquilicé. “Es Mike, tendrá una buena
razón, seguro. Mañana hablarás con Karl y veréis que hacer, hasta
entonces tranquilo. Además, tienes una cita con la sonrisa de tus
sueños, joder.” Me dije a mí mismo en voz alta, cómo para ser
aún más consciente de ello. Me conocía muy bien.
Aparqué
cerca del portal de mi casa, a dos manzanas. Fui andando tranquilo,
se podría decir que feliz ante la perspectiva de aquella
noche, pero, al cruzar una esquina y parándome en seco, vi a Helen
esperando en la puerta del portal de mi casa.
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