Labios, copas y tricomas. Cap_3




3.-



Una vez ya en la carretera, empezó la fiesta. Mike tenía unas cuantas latas de cerveza en una nevera de esas antiguas, azules con el asa blanca, en el maletero. Siempre llevaba alcohol encima. Yo saque la piedrecilla de polen que llevaba dentro del paquete y me empecé a liar un canuto mientras él conducía con una mano y bebía con la otra. Por su parte Fill y Diana se estaban enrollando en la parte de atrás de Citroen Sara de Mike, el cuál atraía la mirada de todo el mundo que paseaba por la larga carretera llena de hoteles a los lados. En SugarCoast no había ni mucha ni poca policía, directamente se podría decir que no había, pues solo había una patrulla la cuál siempre, los dos polis que la formaban, estaban en algún garito cerca de la playa “inspeccionando” cosas tan estúpidas como que no hubiera menores bebiendo mientras ligaban con alguna turista a la cuál le fascinaran los uniformes. Atraía las miradas por la música a todo volumen, “Save that sit” de “Lil peep”, y la manera de conducir de Mike, quien no se si sabía realmente las reglas de tráfico. -Pásame unos tiros cabrón, que te lo talas entero, eres un leñador en lo que a porros se refiere. - Me dijo Fill.- Toma pesado, pégale dos tiros y se lo pasas a Mike.- Se lo pasé y me abrí una lata de cerveza que tenía preparada entre las piernas. Me miré en espejo retrovisor y vi que mis ojeras de medio muerto seguían allí y como Fill y Diana hacían una “iguana” para compartir el humo con un beso mientras Fill a modo de pulpo le metía mano, cosa que a Diana no sé si no le importaba con nosotros delante o le gustaba más por ese mismo hecho. Me daba igual, la verdad, aunque por un momento nos imaginé a mi y a Lys en vez de ellos dos, aunque eso no lo compartía con nadie. Ya estábamos en la corta carretera que unía Sugarcoast y SugarHills, la ciudad en la que vivían casi todos los trabajadores de Sugarcoast y la más grande de la Isla en la que vivían, Sweet Island.

Me volvió el canuto, le di una calada y antes de soltar el humo le di un largo trago a la cerveza y expulsé el humo fuera del coche por la ventanilla. Siempre me había gustado hacer eso desde que empecé a fumar. Otro tiro con trago. Ahora trago sólo. Otro tiro más, ya me quema en la garganta, acompañado de otro trago. Uno más, esta vez sin trago y lo tiro por la ventanilla. - Joder, Jonh, de verdad que eres un leñador, habérmelo dejado matar.- Me espetó Mike, sin su sonrisa tan peculiar en la cara. Lo había notado otras veces, que hasta las personas más cercanas, cuando hay drogas de por medio, siempre se ponen serios.- Ahora cuando lleguemos te haces tú uno, hermano.- Se le relajó la cara y volvió a sonreir, mientras empezaba a cantar el principio de “Lucid Dreams” de “Juice WRLD”.

Llegamos antes de que Fill empezará a meterle más la mano enserio a Diana. Cuando pasamos enfrente del “La primera” vi a mi corcel aparcado en la acera de enfrente del garito, y suspire de alivió. - Por cierto tío, ¿como cojones acabamos a noche? No me acuerdo de nada después del lio del tugurio ese y de beber en el parque Folk.- Mike, sorprendido me miró. - ¿Y cómo es que no me has preguntado en todo el día? ¿Tan tonto te tiene Lys?- “Que bien me conoces, desgraciado.” pensé para mí mismo. - ¿Qué dices tío? No se me ha pasado por la cabeza porque estaba pendiente a que no te murieras colocando los almacenes, subnormal. Deja de inventarte cosas loco.- Dije aparentando lo más posible la normalidad, dado que Fill y Diana me miraban con curiosidad.- Además, ya sabes que Lys no es mi tipo, demasiado fina, ya sabes. Bueno, que cojones, cuéntame que pasó a noche. Estoy casi seguro que pasamos por el chino de al lado de “El mal querer”, porque esta mañana pote arroz tres delicias.- -¿Que pasamos? Más bien arrasamos, diría yo, sobretodo Dan. Ese chaval un día nos va a dar un susto cuando le den una paliza. Le destrozó la tienda al chino, encima tu no dejabas de comer y de partirte el culo. También hay que decir que el que empezó fui yo.. le vacilé demasiado al pobre chino, y cuando le dijo a Dan que no se robaba allí le destrozo la tienda tirando los estantes abajo.- No me lo podía creer, no solíamos ser tan salvajes a no ser que hubiera motivos para ello. Habíamos liado bastantes y nos habíamos visto en vueltos en bastantes movidas y peleas, pero no solíamos buscarlas. - Joder con el chaval.- Dijo Fill.- Mi primo empezó igual, después se empezó a juntar con los mexicanos y colombianos para vender droga y ahora está muerto. - Cuando dijo “mexicanos” pude reconocer una pequeña mueca de incomodidad en Mike. En ese momento no lo tuve muy en cuenta, ojalá haberlo hecho. - Dejate de gilipolleces Fill. Dan no va a llegar a eso, a noche paso eso porque estaba como estaba y los demás igual. No habrá una próxima vez, tenlo por seguro.- Mike estaba serio y me gustaba verlo así porque eso quería decir que no solamente sabía ser un niño pequeño y hacer el payaso, si no también cuadrarse como un hombre. Pensé en ello mientras Mike buscaba aparcamiento con la ayuda de Diana y Fill.

Mike y yo nos conocíamos desde pequeños. Mi madre murió al darme a luz y mi padre la había dejado tirada mucho antes de eso. Mi madre que no tenía familia me dejó al cuidado de quien empezaría a denominar como mi padrino, se llamaba Pitt Barton, el cuál se encargó siempre de mí hasta que murió de cáncer cuando yo tenía diecisiete. Pues bueno, cuando era pequeño mi padrino solía llevarme al recinto deportivo Ada, que, aparte de contar con distintos parques para los niños, también tenía campos de futbol, pistas de padel y de tenis, frontones y canchas de baloncesto, también contaba con un complejo de piscinas que tenían toboganes bastante largos. Mike siempre estaba allí, todos los fines de semana, al principio solo con sus padres, Eduard y Rous Low, Thorne era el apellido de soltera de Rous. Con el tiempo empezarían a venir también con el pequeño Tomas, el hermano pequeño de Mike. Sus padres morirían en un accidente de tráfico 5 años después, dejando a Mike y Tomas a cargo de los servicios sociales. Mike tenia diecisiete años, asi que al año siguiente, en cuanto fue mayor de edad, se hizo al cargo de su hermano pequeño de seis años, ya que tampoco tenían abuelos o algún tipo de familia cercana.
El padre de Mike era igual que él, o Mike igual a su padre. Trabajaba cómo representante de bastantes marcas de alcohol y era el que se encargaba de proveer tanto a antros de mala muerte cómo a los mejores hoteles de la isla. Alto y rubio como Mike, pero con los ojos grises no azules y bastante más fuerte y ancho de espaldas, estaba siempre sonriendo, de guasa, haciendo reír a todos a su alrededor y tenían la misma mirada y tono cuando se ponían serios. Rose en cambió era la cabeza de la familia, pues Eduard era muy dejado para el tema de organizar un hogar, pero no por eso era una amargada, pues Eduard sabía hacerla reír y hacerla feliz con mil tipos de pequeños detalles. Ella era pelirroja, con los ojos azules, toda una belleza voluptuosa, con una sonrisa que a mí me hacía sentirme querido y seguro. Tenía, recuerdo, una manos tan suaves como frías y delicadas. Era preciosa. En realidad aprendí con ellos lo que era una familia “normal”, con un padre, una madre y hermanos. Siempre me invitaban a pasar el fin de semana con ellos en su casa de la playa, en CakeCoast, y mi padrino siempre me dejaba si las cosas en el colegio iban bien. Era uno más en la familia, siempre tenía un plato de comer en aquella casa. Se podría decir que Mike llevo mejor la muerte de sus padres que yo, el se comportó como un hombre y entendió muy rápido que se tenía que hacer cargo del pequeño Tomas y no tuvo tiempo para pararse a llorar. Seguía sonriendo el mismo día del funeral, soportando el peso de las lágrimas de su hermano pequeño, que no entendía que sus padres no iban a volver de aquel viaje. No he vuelto a hablar de este tema desde ese día, tal vez debería hacerlo cuanto antes.

-Allí hay un sitio, corre Mike, que me estas volviendo loca con tanta vuelta.- Dijo Diana sacándome de mis pensamientos.- Voy, voy, ¡vooooooooooooy! Joder, no tenías tanta prisa cuando Fill te metía mano. - Dijo Mike, cuando Diana le pellizcó el cuello. Ella se puso muy roja- Podías haber dicho que lo estabas viendo, puto pervertido.- Dijo Fill entre risas.- Tío, como me sigáis tocando los huevos no aparco, eh, que entre con lo que me cuesta y lo brasas que sois me pongo nervioso.

Consiguió aparcar, más mal que bien. Salimos del coche, estábamos a cinco minutos andando así que me encendí un cigarro mientras le pasaba otro a Mike, y él a su vez me pasaba otra lata de cerveza. Fuimos andando tranquilamente mientras vacilábamos a Diana con lo de antes, preguntándole si le gusta que la mirasen y todo tipo de desagradables preguntas. Ella no contestaba mientras Fill nos mandaba callar y nos daba empujones contra los coches y el mobiliario urbano para conseguirlo. Todos nos reímos cuando Mike lo empujó a él y se dio contra una farola en plena cara, todos menos Fill, claro, al cuál le sangraba bastante la nariz. -Macho, eres un animal, no se puede bromear contigo Mike, siempre terminas haciéndome daño.- - Pero si has sido tu quien has empezado, anda, deja de quejarte, tontorron- Le dijo Mike mientras le acariciaba la cabeza a Fill como si fuera un gato, a modo de consuelo. Se veía lo que iba a pasar de lejos. Fill se levantó de inmediato del suelo y empezó a perseguir a Mike con la nariz aún sangrándole. Mike sorteaba los coches, los bancos y las farolas dejando atrás a un Fill que le costaba seguir el ritmo de aquella persecución y que se empezaba a ahogar con su sangre, así que acabó por tirarle la lata llena de cerveza que había dejado junto a él en es suelo cuando se dio contra la farola. Me gustaría decir que no me resultaba graciosa la escena, pero así era. Diana y yo nos reíamos como niños pequeños mientras Fill, ya con la camiseta manchada por todos lados de sangre, volvía de tan ardua persecución. Mike desde lejos le devolvió la lata, que fue a parar a la coronilla de un señor que pasaba por allí justamente. Por un momento se acabaron las risas y el señor empezó a llamar de todo a Mike, y cuando se dio cuenta de que Fill sangraba y que Diana y yo aguantábamos la risa, también empezó a insultarnos a nosotros. - Ya no se puede ir ni tranquilo por la calle, sois unos sin vergüenzas, anda que ir tirando latas de cerveza la gente por la calle. Las personas como vosotros dais asco, unos despropósitos y parásitos de esta sociedad. Id a vuestra casa a tiraros cosas, o tirárselas a vuestra madre..- Fatal error. Nunca se debe hablar de la madre de otro, y menos sin saber si está viva. Ha Mike y a mí nos cambió la cara y Fill mando callar al viejo y nos saco de allí mientras le insultábamos de todo. Diana tampoco se reía ya.

Ya sin tantas risas llegamos a “La primera”, ya me sentía como en casa. Había un par de muchachas en la puerta hablando con alguien a quien reconocí al instante, era Dan que ya estaba haciendo de las suyas. En cuanto nos vio paso de ambas, que entraron dentro, y vino a saludarnos, con un buen canuto de la mano, la mejor bienvenida que me podían dar. Lo cogí con ganas, pese haber tirado unos quince minutos antes. Dan nos saludo a todos, Fill, que ya había dejado de sangrar, y Diana incluidos. - Jonh. - Dijo cuando ya nos estábamos entrando y en bajo tono. - Refréscame la memoria, ¿cómo me dijiste que se llamaban?- - Fill y Diana tío, mira que eres tonto. Encima me han recordado lo que pasó ayer tío, y en realidad ni puta gracia.- - Bueno, si que te comes la cabeza, si que nos pasamos un poco, pero no fue nada, un simple juego, y no fue porque fuera chino, eh, no somos unos racistas joder. Se me fue la cabeza, no volverá a pasar tío. Además no me has dicho nada de lo bien que te he cuidado el coche- Me dio una mala sensación en ese momento, la sensación de que volvería a pasar pronto. - Tíoooo, no te rayes. Venga, sígueme, te voy a presentar a las tías con las que me has visto antes, hay una que flipas lo tremenda que está. La otra es más bien maja, ya sabes. - Terminó riéndose ante su propia broma, y yo le seguí el juego. La verdad es que no me venía nada mal entretenerme un poco, intentar conocer a alguien, aunque en el trabajo eso era algo que me saturaba, todas las semanas conocía a gente nueva, de muchos rincones del mundo. Los clientes eran sobretodo familias con hijos pequeños y parejas de ancianos, y las hijas mayores de aquellas familias o no eran tan mayores, o siempre estaban con sus padres, así que era difícil conocer a alguna a fondo.

Pasamos por la puerta y entramos a un pasillo con paredes de madera adornada con herraduras, fotos de vaqueros, supongo que famosos, y recortes de periódicos con títulos cómo “Se busca forajido”, o “Tribu india asola e incendia los campamentos de otra tribu india”, de unos cinco metros que terminaba en unas puertas de madera, al estilo del oeste americano, que nos llegaban desde los tobillos, hasta las costillas. Dan empujó las puertas de forma que se chocasen contra las paredes al entrar y entro al más puro estilo cowboy. Ellas, que se empezaron a reír, ya estaban sentadas en la barra de madera de uno de los laterales del garito, el cuál tenía otra barra “gemela” enfrente de está. Justamente al lado de ellas habían dos taburetes vacíos que parecían esperarnos. Mike y los demás ya estaban en la zona de los futbolines, más allá de unas cuantas mesas bajas rodeadas por sofás de distintos tamaños de cuero. Había cuatro futbolines y dos billares. Se utilizaban sobretodo entre semana ya que el fin de semana se retiraba todo y se convertía en discoteca. El garito con esa forma circular y todo recubierto en madera hasta el techo, que era bastante alto, le daba forma de cabaña india a la vez que un bar típico del Oeste Americano en su época.




La verdad es que “La primera” lo tenía todo. Céntrico, con ambiente entre semana gracias a los futbolínes y los billares, buena música, de la que se encarga Tom, el Dj, un tipo con el pelo muy rizado y bastante abundante. Era un crack cómo Dj, entre semana nos ponía la música que le pedíamos entre los clientes, sobretodo nosotros que eramos unos pesados, y los fines de semana nos hacía sudar y perrear cómo locos. Tom, junto con las dos camareras, Alice y Dana, que eran lesbianas y pareja aparte de ser preciosas y unas camareras de la ostia, eran los causantes reales de que siempre fuéramos allí realmente. Eran capaces dar un ambiente único. Y no podías follarte a las camareras, lo cuál era elemental, pues ningún cliente podía ponerse pesado con ellas y, lo que era mejor, ningún supuesto novio partirse la cara con el baboso. Y podía jurar que tanto Alice como Dana sabían poner en su lugar a cualquiera, ya que lo he sufrido en mis carnes cuando empecé a ir por “La primera”. En ese momento estaban las dos en aquella barra, riéndose entre ellas de algún tipo de broma que solo ellas entendían. - ¿Pero que pasa aquí? ¿Venís a trabajar o a pasar la noche?- Les dije antes de chocarles el puño, que es más cómodo que darles dos besos.- Ya está el pesado que faltaba.- Alice sonriendo, fue a por una copa. Ya sabía lo que le iba a pedir, Jack Daniels con un chupito de Jagger y fanta de naranja para rebajarlo y darle mejor sabor. Por su parte Dana me sonrió y me chocó el puño. - ¿Que tal la jornada? ¿Cansado? Se te ve reventado, deberías dormir más y fumar y beber menos coleguita.- Ya me estás dando sermones, cómo siempre. Hay que ver lo que nos gusta a los camareros meternos en la vida de los demás y servir de bastón psicológico con la gente, eh. Anda, anda. - Alice ya me había puesto la copa, asi que le di un buen trago.- Perfecta Alice, caviar, ambrosía del Olimpo. Deberían pagarte más sólo por esta copa, es genuiiiiina. - - Deja de reirte de mí anda, aun que gracias Jonh, siempre es un placer, lo sabes.

Los dos mentíamos, ni la copa estaba tan buena ni para ella era precisamente un placer tenerme como cliente, mejor dicho a ninguno de nosotros pues siempre acabamos gritándonos, insultando y pengándonos borrachos entre nosotros, la mayoría de la veces. A ellas que nos matásemos o no les daba igual, lo malo era que de daño colateral estaban vasos, sillas, mesas, futbolines, palos y billar y, una sola vez, un espejo porque Carl me tiró una bola de billar a por haberle dado demasiado fuerte con un palo del mismo billar en las costillas. Casi no nos vuelven a dejar entrar los dueños, que se llamaban Richar y Jimbo. Ha Richar no lo conociamos ni de vista pero por suerte Mike conocía a Jimbo. Jimbo, o Jim cómo lo pasamos a llamar, era el hijo de uno de los mejores amigos del padre de Mike, y se conocían desde bebés, es más se hacían llamar primos. Pero Jimbo, al contrario que Mike, era bastante rico, pues su padre era el gobernador de la isla, por eso ya no se veían mucho, sobretodo después de la muerte de Eduard, el padre de Mike, y que los bancos se quedarán todo su dinero. Fue un reencuentro bastante curioso, pues Mike no parecía muy contento de verle, es más yo diría que le daba asco Jim. Pero cuando venía Jim a “La primera” siempre saludaba a su primo. Y la verdad es que últimamente hablaban mucho a solas, y se les veía tensos, yo por lo menos. Jim esa noche no estaba por allí, observe antes de que Dan empezará a presentarme a las dos chicas. Una rubia, con los ojos azules y una cara de ángel y muchísima elegancia, mejor dicho, irradiaba elegancia con cada parpadeo. La otra, morena, con un lunar encima del labio, del que seguramente se habría quitado un par de pelos hace poco. No estaba nada mal, excepto por ese lunar, que tanto ella como yo sabíamos que marcaba las diferencias. Seguramente fuera una chica tímida, y, aunque lo respeto, no me gusta tener que sacarles las palabra a nadie. Aunque me estaba apresurando, quizá me sorprendiera. - Ellas son Rebeca y ¿Helen, no? - Dijo mirando a la morena, la cuál dijo un sí muy, pero que muy tímido, mientras se ponía muy roja. No me confundía. Su amiga se empezó a reír como una tonta, les pasaba a muchas delante de Dan. - Mira que eres estúpido Dany, si te lo acaba de decir. - -No le conoces mucho verdad. Siempre le pasa, el es más de cara que de nombres.- le dije a Helen. - Me llamo Jonh, encantado guapa. - Ella se puso incluso más roja. Salude a Rebeca bastante secamente, la cuál casi ni me miró a la cara. - ¿Quieres ser mi pareja de futbolin, Helen? Da igual si sabes o no, la cuestión es hacerlo lo mejor que puedas. - - No se jugar muy bien, pero vale, vamos a dejar a estos dos solos mejor. - Me contesto sonriendo. Descubrí que debajo de ese lunar había una bonita y cuidada sonrisa y que Helen no era tan tímida como él creía, o eso pudo ver en su mirada al mantenerle la suya. - Vamos. - No sé porque en ese momento le di la mano y mucho menos porque me la agarro ella, pero empezaba a pensar que esta noche no quería dormir sólo.
Me siguió, aún de la mano. Cruzamos un par de mesas y sillas vacías en dirección a los futbolones. Ese pequeño zigzag de mi mano a Helen le hacía gracia, a mí también. En realidad lo hice a propósito para ir uno delante del otro como si fuéramos un tren. A ella parecía que le gustaba dejarse llevar y a mí, en ese momento, conducirla. Cuando llegamos Mike y Tony jugaban contra Paul, el pinche de la cocina del hotel, y Carl. También, en otro futbolin, estaban Steve, Cortés, Logan y Drake.

Nosotros cuatro, Paul, Tony, Steve, Cortés, Logan y Drake, eramos un grupo inseparable aún en la distancia. Muchos de nosotros nos habíamos criado juntos en grupos separados, pero en el instituto fue cuando nos juntamos todos. Héroes y villanos en mil noches diferentes, pero siempre juntos. Aunque pasásemos algún periodo de tiempo sin vernos, cuando nos reencontrábamos era como si nunca nos hubiéramos separado. Realmente estoy bastante orgulloso de todos ellos.

Tony, era en nuestro grupo de amigos, el broncas. Alto, bastante ancho de hombros y musculado, con cara de pocos amigos gracias a su pronunciado mentón y unos ojos oscuros, llevaba el pelo rapado, y solía estar de buen humor pero si se le cabreaba no había quien lo parase. Era bastante más reservado que los demás y más frío muchas veces, aunque cuando bebía era bastante cariñoso. Es curioso ver como el alcohol saca lo mejor y lo peor de las personas. Le encantaba el poker, y además se le daba bien. Para nada era tonto, pero entendía muchas veces las cosas a su manera lo cuál provocaba que discutiera con alguno del grupo a veces.

Paul, por contra posición de Tony, era el tío más afable del mundo. Era más bien gordito, con los ojos achinados que habían dejado atrás las gafas gracias a las lentillas, tenía también la cara regordeta y hablaba cómo un camionero. Parecía que todo le daba igual casi siempre, y cuando no, también. Todo le parecía bien, y cuando te metías con él siempre tenía un comentario que te humillaba o que salía de tono. Le encantaba el queso, y cocinar con queso, por eso creo que se hizo cocinero, aunque ahora trabajaba en el mismo hotel que yo de pinche y no utilizaba tanto queso como a él le gustaría. Le encantaba el diseño gráfico y la informática también, cosa que tenía en común con Tony, creo que lo único junto con ser unos fumones.

Steve era, desde mi punto de vista, junto con Carl, el más honrado del grupo y también el más ambicioso, también junto con Carl.Tenía las orejas un poco grandes y bastante paralelas, y unos ojos color marrón que le daban pinta de tío serio, pero su pelo, desordenado y con forma de piña se la quitaban. Siempre riendo y lanzando pullas a los demás, era un gran nexo en el grupo y su frase favorita era “si es para mejor..”. Trabajaba de chapuzas allí donde lo llamaran, y últimamente se le estaba dando bastante bien y ganaba bastante dinero.

Cortés, bueno, era Cortés. Le encantaba beber y fumar, la fiesta en general. Era muy delgado, con la nariz aguileña y unos ojos azules que no habían dejado aún atrás las gafas. Tenía el pelo largo y rubio, y una forma de hablar muy de tirado. Se habían pasado media vida metiendose con él y eso había provocado que fuera un inconsciente de la ostia a la hora de pelear, pues te pegaba con todo lo que tuviera cerca, le daba igual si era una botella rota o un palo de madera. Pero era genial cómo colega, siempre te reías con él y con sus historias. Trabajaba.. no lo sé muy bien la verdad, pero ganaba su dinero, cómo todos.

Logan intentaba ser la consciencia del grupo. Cómo un padre nos enseñaba lo que estaba bien y lo que no. Ha Mike le encantaba irritarle haciendo justamente lo contrario que decía. Siempre he creído que a Logan, lo que no le gustaba realmente era llamar la atención. Era alto y moreno, con los ojos muy azules y una bonita sonrisa. Muy dado ha hablar de política y modas del momento. Trabaja como contable en una empresa municipal, y parecía encantarle todos esos numerajos y cuentas, que a mí, no me llamaban nada la atención, no como a Carl, que se podían pasar horas hablando de economía y de distintos tipos y modelos de empresas y demás mierdas.

Drake, posiblemente era el más humilde y callado de todos. Bajito y delgado, parecía un muñeco al que habían apaleado demasiadas veces. Tenía la cara llena de cicatrices, con los ojos tapados por una masa de pelo negro que nunca se peinaba. Era muy difícil hacerle hablar en un público que no fuéramos nosotros, y muchas veces se ponía a temblar nervioso cuando conocía a alguien. Se había criado en un centro de menores desde los once años, edad en que su padre mato a su madre y fue llevado a la cárcel. Con él se había pasado también bastantes veces, pero ni en el colegio ni los vecinos nunca denunciaron. Una triste historia, la verdad, y demasiado común.

Los salude y, aunque ni levantaron la cabeza, me devolvieron al unísono el saludo. Le di un gran trago a la copa. - ¿Fumas Helen? - - Sí, pero me he quedado sin tabaco. - - ¿Que te parece si nos terminamos la copa y te invito a un cigarro mientras te acompaño a que compres?- - Genial, ¿lo que queda de un trago? - - ¿Tantas ganas tienes de ir a por tabaco o...- acercándome a su oreja. - de que nos quedemos sólos? - le dije suavemente. Ella se enrojeció y no tuvo ni que contestar, solamente me miro de forma cómplice, juguetona. Hice un buen esfuerzo por terminarme la copa cuanto antes, aunque no fue de un trago, y la verdad es que me sentó de maravilla. En ese momento noté que Fill y Diana ya no estaban, habrían ido a por tabaco también.

Cuando salí a la calle me sentía en conexión con el cosmos. Saque un par de cigarrilos, me los metí en la boca y los encendí los dos a la vez ante la mirada curiosa de Helen. Le pasé uno.- Bueno, hablame de ti Helen.- Dije con tono de galán.- ¿A que te dedicas, que haces en esta oscura época que nos ha tocado vivir? --Soy azafata de eventos, es decir, una cara bonita que saluda a la gente importante en sus cócteles. --Coincido, tienes una cara bonita, pero no eres simplemente eso. Venga va, ¿que te gustaría llegar a ser si puedes lograr serlo? – ¡Rica!-Dijo apenas sin pensárselo. - El dinero tampoco creo que sea algo que te defina..--Pero siendo millonaria podría serlo todo. Actriz, produciría mi propia película, famosa, iría a un plató de televisión a contar mis penas o mis lios, o lo que fuera, y así con casi todo. A mí me gustaría serlo todo, raro, ¿verdad?--Ricos queremos serlo todos, pero yo, aún siendo rico, ¿seguiría viviendo, no? O, ¿la meta es ricos? ¿Cuánto de ricos?, en fin, ya me está haciendo efecto los porros de antes.- Me reí tontamente, pero no pude evitarlo. Andamos entre algunos grupos de chavales y chavalas que salían de fiesta ese Martes. Ya era casi Verano, así que por el centro ya era normal ver terrazas y calles con cierto ambiente. - Y a ti, ¿que te gustaría llegar a ser, Jonh?- Dijo mientras andábamos tranquilamente. Le di la última calada al cigarro y lo tire. Pensé la pregunta un poco más y contesté.- Por mi experiencia y por lo que he podido aprender del mundo, que seguro que hay muchas cosas que he pasado por alto, pero por lo que he aprendido, sé lo que no me gustaría llegar a ser y no tengo ni puta idea de que me gustaría llegar a ser, no sigo un rumbo, zozobro en un mundo de labios, copas y tricomas. --Traías la respuesta pensada de casa, eh, ¿a cuantas les has dicho lo mismo? Al final vas a ser hasta inteligente- Me respondió riéndose.- Ha ninguna, con las chicas suelo hacer el imbécil no hablo de estas cosas y no sé si eres tú, el alcohol o los porros, pero me siento revelador esta noche, asi que no lo vallas contando por ahí, que tengo una reputación de subnormal que mantener.- Le guiñé un ojo. Se río, la treta había funcionado, me daba tregua y yo lo agradecía. Seguimos hablando y me contó que también estudiaba enfermería aparte de lo de ser “una cara bonita”. Yo le conté que trabaja en el “Palace Center” un hotel en SugarCoast y que por eso llevaba aún el uniforme del trabajo, y no porque me gustase vestir así, ya que me vacilaba por como iba vestido. No dejaba de sonreír y eso me hacía sonreír a mí. Me había equivocado en todo con ella, era preciosa, lunar incluido, y no tenía nada de vergonzosa.

Eso me lo demostró cuando, volviendo ya hacia “La primera” con el tabaco, me dijo que tenía que sacar más dinero y fuimos a uno de estos cajeros que hay en las entradas de los bancos, dentro del edificio. Yo ya sabía que no necesitaba sacar dinero, y creo que ella sabía que yo lo sabía. Como dos adolescentes nos enrollamos allí mismo. Ella me desabrochó el cinturón con una habilidad increíble, en dos segundos fuera, y, sin desabrocharme los pantalones, metió la mano y me empezó a menear la polla mientras me mordisqueaba el cuello. - Shh, para, deja un poco para después. ¿No has pensado en las cámaras? - Dije mientras ponía mi mano, por debajo de su falda y por encima de sus medías para mi agonía, entre sus piernas, donde noté que ella ya había empezado a mojarse. Las medías eran bastante finas, y pude seguir jungando con mi dedos en su coño, aunque aún quedaban un par de capas para llegar ahí. - Me pones… muy..- Trago saliva.- cachonda, Jonh. - Me susurro entrecortadamente en el oído. - Aquí no Helen. Quedate está noche en mi casa. - - Vale.- Dijo dándome un largo beso mientras nos seguíamos metiendo mano. Si revisaban las cámaras al día siguiente iban a tener algo de que hablar en el banco, aunque no era para tanto, era un magreo guarro. Tampoco era como para asustarse, supongo que es una de las cosas más normales el mundo.
Cuando salimos de la sucursal, Helen abrió el paquete de Malboro, saco dos cigarros, los encendió y me pasó uno. Llegamos rápido a “La primera”, riéndonos de todo por el camino. Me parece maravilloso lo cómodo que se puede llegar a estar con alguien que no conoces de nada, tal vez por eso mismo, porque no te conoce y no te puede juzgar, sólo ve y escucha tu risa, y tú la suya, porque, quizá, en ese momento los dos hemos habéis olvidado hasta quienes sois. Pero la burbuja siempre se pincha, tienes que volver a la realidad, la cuál consume todo. No a Helen, que queriendo aprovechar un poco más de mi, de ese momento, me cogió del antebrazo cuando ya encaminaba el pasillo que daba a las portezuelas de madera. Nadie nos había detectado todavía. - Ven.- Me dijo mientras me miraba, con lo que para mí eran ojos de loba, y se mordía el labio. No me hice esperar y esta vez fui yo quién la agarró de la cintura atraiéndola hacía mí. Por un momento cambió su forma de mirar, volvía a parecer la chica tímida del principio de la noche. Esperaba. Con la mano que me quedaba libre, le acaricie la mano con el pulgar mientras el resto de la mano se enredaba en su pelo por detrás de su oído. Cerro los ojos cuando nos besábamos, yo los mantuve abiertos unos segundos y también los cerré. Duro poco para lo que me había gustado, no había sido un beso cómo los de la sucursal, un beso guarro y precoz, había sido elegante, con cariño. Y sin decir nada más, aunque sonriendo, entrábamos de nuevo en “La Primera”.

Cuando entramos el local estaba más lleno que antes, varias parejitas ocupaban algunas mesas un poco más alejadas y tres grupos más ocupaban buena parte del garito. Por contra, de los nuestros quedamos menos de la mitad de los que estábamos antes de marcharnos a por tabaco y Tony ya se despedía de los demás también. - Bueno, nos vemos, pasadlo bien cachorrines.- Mike no se daba aún por vencido y viéndome llegar con Helen saltó encima de Tony quedándose como si fuera un Koala.- Joder Mike, mira que eres pesao, que ya te he dicho que me piro, que tengo una campeonato de poker ahora, ¡quitaaaaaaaa!- Se giró medio garito. Tony se ponía más rojo que un pimiento cuando se revolvía intentando zafarse a Mike de encima, que no dejaba de reirse.- ¡Yiháaaaaaaa!. - Gritaba, ya con todo el mundo mirando cómo con ansia esperando el final de aquel rodeo y unos cuantos puñetazos. - ¡Dile algo Jooooooonh! - Me aconsejo Mike, una pena que no fuera a tiempo, pues Tony decidió saltar de espaldas, sin mucho estilo a, a decir verdad no logró todo el impulso que le hubiera gustado, hacía el una de las pocas mesas vacías que quedaban en “La primera”, que no se partió de milagro.

¿Por qué me parecía tan brillante ese caos en el que las miradas de sorpresa y desconcierto de la gente eran incapaces de ver que no era una pelea sino uno debate entre amigos?

Mike porfin libero a Tony, el cuál rojo como un tomate se dirigió al público. -¿Qué cojones miráis? ¿A lo vuestro coño!- Alguno que otro chaval, sobretodo los de las parejitas, hizo el amago de contestar a Tony, pero sus chicas, más inteligentes que ellos, les calmaron. Mike se levantó, no parecía muy dolorido. A decir verdad estábamos acostumbrados a esto, al escándalo y los golpes entre nosotros. Pocas veces hubo piques o puños de verdad, en realidad era un juego para nosotros, ver cuanto nos aguantaba el resto cuando nos poníamos pesados unos con otros.

- Vengas, pues nos vamos todos, joder.- Dijo Mike ya algo más serio, mientras se llevaba el brazo derecho a la zona de los riñones. Dan, que seguía con Rebeca, asintió.- Por mi vale, ¿hoy si puedes conducir Jonh? Que me voy a dormir a casa de esta princesa. - Dijo con una sonrisa. - Si quieres te enseño, dame las llaves, capullo.- Dije devolviéndole la sonrisa. Me las tiro al vuelo y fui lo bastante hábil como para cogerlas al vuelo y cuando me giré allí estaba, con unos vaqueros apretados y una camiseta de tirantes holgada que escondía una camiseta interior blanca debajo metida en los pantalones. Lys. Esa camiseta era de un color rosa suave que hacía que su piel pareciera, aún más, de porcelana. Para mi desgracia iba acompañada de un chaval moreno bastante guapo y vestido con un conjunto de gucci, observe cuando nos acercábamos a la puerta para irnos. Ese tío me había cambiado el puto carácter. “Soy imbécil, Mike tiene razón, tengo que espabilar o ese cabronazo se me adelantaría. Me cago en la puta, joder, eres tonto.” Lys nos vio llegar y se acercó a saludarnos. Nos dio dos besos a Mike y a mi y saludo al resto con la mano, hasta que vio a Rebeca y a Helen y también, entre unos gritos de emoción, las abrazó. -¿Estáis con ellos? Que coincidencia, ¿no? Son compañeros míos en el Hotel.- Les dijo sonriendo Lys. En ese momento caí, Helen me había dicho que estudiaba enfermería así que tenían que ser compañeras por narices. - Si, los hemos conocido esta noche, son un tanto, especiales.- Le respondió Rebeca seguido de una risita que me pareció muy tonta. - Estos cabrones no me habían dicho que trabajaran en el cielo con los ángeles.- Le dijo Tony a Lys dando un paso adelante para presentarse,ç. - Yo me llamo Tony.- Cogió la mano de Lys y le dio un beso, arrodillándose en plan caballero del medievo ante la princesa de algún reino. Yo no daba crédito a lo que veían mis ojos mientras Mike y Dan estallaban en carcajadas y Lys se ruborizaba con cara de no entender nada tampoco. Me miro buscando una salida pero no hizo falta pues, ante el descojone de Mike y Dan, Tony se levantó. -¿Qué pasa, de cojones os reís? Sois unos trozos de mierda. - Dijo mientras el también se empezaba a reír al darse cuenta de la escena que había montado en un momento. Estaba ya borracho el cabrón. - Lo siento. - Le dije a Lys también empezando a reírme. - Bueno, nosotros nos íbamos ya Lys, que además te vemos bien acompañada. - Dijo Helen, que no se había reído tanto. Quizá se hubiera dado cuenta de lo que pensaba cuando vi a Lys, pero debería darle igual, aunque no sé porque verla celosa me gustaba. El chaval, que estaba hablando con Alice y Dana, las cuales por alguna razón estaban tensas, se dio la vuelta y nos saludo a todos, uno por uno. - Hola, me llamo Richar. - Jonh, encantado.- No sé porque no me fié de él en ningún momento. -¿No os quedáis a tomar una copa más, invito yo? ¿Que te parece Lys?- - Por mi genial, nunca decimos que no a una copa gratis. - Dijo Mike sonriendo otra vez cómo un niño y sin ningún tipo de dolor de espalda aparente.- Que va tío, yo me piro, que ya llego tarde al torneo que pensaba jugar y me tocará buscar otro, haber si te enteras que es mi trabajo y la próxima vez no haces el orangután en mi espalda machote.- Dijo Tony ya en el pasillo que daba a la puerta del garito. - Nosotros también nos vamos ya Mike. Mañana Rebeca me ha dicho que curra y yo tengo que empezar a buscar también algo.--Y nosotros también nos vamos, colega.- Le dijo por último a Mike, mientras buscaba la mirada de Helen, la cuál encontré seguida de una pequeña sonrisa. - Jooooder, vale, venga, a tomar por culo. Nunca hemos rechazado una copa gratis y ahora me venís con estas. Pues yo me te la acepto, si no os molesta, paso de irme a casa tan pronto.- “Gracias Mike” pénse aplaudiendo en mi interior. Él sin querer les había jodido la cita a Lys y a Richar. - Si, no pasa nada, pareces un tío divertido.- Contesto Richar. - Lo es. - Afirmo Lys, a la cuál aproveche para darle dos besos y me sorprendió con un abrazo. En ese momento me hubiera gustado huir con ella a miles de kilómetros de allí. Pero no la mire a los ojos cuando me aleje para despedirme de Mike, al cuál, con el mítico saludo ritual de dos palmadas con la mano derecha y choque de hombros, nos despedimos. También me despedí de Richar con un gesto y un “Bueno”. La verdad es que el tal Richar me sonaba de algo, lo había visto en algún lugar. Salimos del garito mientras le daba vueltas intentando recordad de que me sonaba.

Ya en la calle Dan, Rebeca y Tony también se despidieron de nosotros. - Tened cuidado.--Mañana te llamo, Rebeca.- Nos despedimos casi gritando camino al coche. -Te presento a mi humilde y fiel corcel.--¿Corcel?- Me pregunto entre risas. - Ni más ni menos que eso.- Subimos, metí la llave y se encendió la música, “Sapés comme jamais” de “Maître Gims ft. Niska” empezó a sonar por lo altavoces. Era la única canción que conocía de ellos, pero esos negros sabían lo que era el ritmo.
Y casi bailando conduje por las calles de SugarHills. “La primera” estaba casi en el centro de la ciudad mientras que el vivía casi en las afueras. Hablábamos de música mientras escuchábamos música, era casi poético. Me puso al día sobre la vida de uno u otro cantante que yo no conocía de nada, pero me gustaba escucharla, su forma de expresarse, así que le preguntaba mostrando interés. Llegamos y no me costó aparcar tanto como a Mike. Llegamos a mi piso, que estaba hecho un desastre. El salón olía a los pies de Dan, cuando entrabas al baño todavía olía mi potado de la noche anterior y mi habitación era un armario, literalmente, había ropa tirada por todos lados, también alguna lata de cerveza y colillas por el suelo. Y de la cocina no estaba mucho mejor que el resto del piso. -Bueno, pues este es mi hogar. No siempre está tan así, pero la noche de ayer también fue de locos.--No te preocupes, no pasa nada, yo soy igual, bueno, no tanto, pero también soy bastante desordenada. Si quieres te ayudo a limpiar.-- Que va, que dices, no. Esto lo arreglo yo en 10 minutos, ya verás. ¿No ves que soy camarero? Nosotros nos crecemos ante la presión.- Le dije riéndome.- Ideé un plan de ataque y lo cumplí a la perfección. Recogí el salón y limpie el baño en lo que me pareció una marca olímpica. Fregué los cacharros de la cocina y la barrí y fregué. Y por último me hice un canuto, mientras esperaba que el suelo de la cocina se secase y, cuando pude, cogí una botella de vino tinto y dos copas. Salimos a fumar a un balcón que había en el salón mientras se ventilaba el salón. -Me encanta el vino.- - Y a mí, pero más el blanco y para cenar.- Contesto ella.- Pero este está bueno, es suave y te calienta el pecho y las ideas.- -¿Quieres tener el pecho calentito?- Pregunté antes de acercarme y mordele el labio. Le dí un tiro al canuto y acordándome de Fill y Diana, le pase el humo con un beso. Ella me quito el canuto de la mano y con cara de la mala le dio un tiro tan largo que la hizo estornudar .- ¿Pero tú que fumas? - - Marruecos entero. - Dije con una sonrisa. Terminé la copa de un buen trago y le quite la copa y el canuto de las manos dejándolos en una mesa de metal redonda que había en el balcón. Le aparte el pelo del cuello y le susurre en el oído. - No me has respondido, ¿que es lo que te calentaba el vino?- - El pecho y las ideas.- Dijo con la respiración agitada. - Y ¿aquí estás calentita también?- Mientras le volvía a meter mano por debajo de la falda igual que en sucursal del banco. - Sí.- Empezó a besarme como si me devorará, y yo a ella igual, pegándola a la pared. Torpemente, mientras seguíamos besándonos llegamos hasta el sillón. Nos desnudamos el uno al otro, lo más rápido que podíamos, como si no pudiéramos aguantar más las ganas, mientras nos besábamos como podíamos en aquel baile que hacíamos al desnudarnos. Seguíamos besándonos cuando lleve mi mano a su entrepierna ya desnuda, estaba muy mojada y yo quería mojarla aún más. Baje por su cuello entre mordiscos, lametones y besos, pasando por sus pezones, los cuáles mordí con los colmillos, provocándole un gemido de dolor y placer al mismo tiempo. Descendí a besos por sus costillas, hasta llegar a su cadera mientras mis dedos se mojaban tocando su clítoris. Sin tocar mis labios con su muslo, solo dejando que mi respiración lo envolviese, llegué por fin a la tierra prometida. Lo comí con gusto, a veces con la lengua y otras con los labios, mientras me agarraba del pelo y gemía. Le metí un par de dedos y ella empezó a mover sus caderas en mi boca. Estaba a punto de correrse. De repente se enderezó y me echo para atrás en el sofá, cogiendo mi polla mientras se la metía en la boca. Era maravillosa, calentita y húmeda, y Helen tenia una técnica increíble. La aparte el pelo de la cara, quería verla mientras la dejaba hacer, hasta que le cogí del pelo y le folle la boca, estaba a punto de correrme yo también. - Me corro Helen. - Y ella siguió mientras me miraba y me agarraba los huevos. No pude más. - Dios Helen..- Fue al baño, desnuda, ahora si que si, sin ningún atisbo de timidez.

Busqué el paquete de tabaco en mis pantalones, que estaban tirados al lado de los suyos. Saque del paquete un cigarro y el mechero. Cogí otro cigarro más. Tire el paquete al suelo y me encendí los dos cigarros justo cuando volvía sonriendo por el pasillo. Solté el humo mientras pensaba en que para nada había sido un mal día.


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