Labios, copas y tricomas. Cap_3
3.-
Una vez ya en la
carretera, empezó la fiesta. Mike tenía unas cuantas latas de
cerveza en una nevera de esas antiguas, azules con el asa blanca, en
el maletero. Siempre llevaba alcohol encima. Yo saque la piedrecilla
de polen que llevaba dentro del paquete y me empecé a liar un canuto
mientras él conducía con una mano y bebía con la otra. Por su
parte Fill y Diana se estaban enrollando en la parte de atrás de
Citroen Sara de Mike, el cuál atraía la mirada de todo el mundo que
paseaba por la larga carretera llena de hoteles a los lados. En
SugarCoast no había ni mucha ni poca policía, directamente se
podría decir que no había, pues solo había una patrulla la cuál
siempre, los dos polis que la formaban, estaban en algún garito
cerca de la playa “inspeccionando” cosas tan estúpidas como que
no hubiera menores bebiendo mientras ligaban con alguna turista a la
cuál le fascinaran los uniformes. Atraía las miradas por la música
a todo volumen, “Save that sit” de “Lil peep”, y la manera de
conducir de Mike, quien no se si sabía realmente las reglas de
tráfico. -Pásame unos tiros cabrón, que te lo talas entero, eres
un leñador en lo que a porros se refiere. - Me dijo Fill.- Toma
pesado, pégale dos tiros y se lo pasas a Mike.- Se lo pasé y me
abrí una lata de cerveza que tenía preparada entre las piernas. Me
miré en espejo retrovisor y vi que mis ojeras de medio muerto
seguían allí y como Fill y Diana hacían una “iguana” para
compartir el humo con un beso mientras Fill a modo de pulpo le metía
mano, cosa que a Diana no sé si no le importaba con nosotros delante
o le gustaba más por ese mismo hecho. Me daba igual, la verdad,
aunque por un momento nos imaginé a mi y a Lys en vez de ellos dos,
aunque eso no lo compartía con nadie. Ya estábamos en la corta
carretera que unía Sugarcoast y SugarHills, la ciudad en la que
vivían casi todos los trabajadores de Sugarcoast y la más grande de
la Isla en la que vivían, Sweet Island.
Me volvió el
canuto, le di una calada y antes de soltar el humo le di un largo
trago a la cerveza y expulsé el humo fuera del coche por la
ventanilla. Siempre me había gustado hacer eso desde que empecé a
fumar. Otro tiro con trago. Ahora trago sólo. Otro tiro más, ya me
quema en la garganta, acompañado de otro trago. Uno más, esta vez
sin trago y lo tiro por la ventanilla. - Joder, Jonh, de verdad que
eres un leñador, habérmelo dejado matar.- Me espetó Mike, sin su
sonrisa tan peculiar en la cara. Lo había notado otras veces, que
hasta las personas más cercanas, cuando hay drogas de por medio,
siempre se ponen serios.- Ahora cuando lleguemos te haces tú uno,
hermano.- Se le relajó la cara y volvió a sonreir, mientras
empezaba a cantar el principio de “Lucid Dreams” de “Juice
WRLD”.
Llegamos antes de
que Fill empezará a meterle más la mano enserio a Diana. Cuando
pasamos enfrente del “La primera” vi a mi corcel aparcado en la
acera de enfrente del garito, y suspire de alivió. - Por cierto tío,
¿como cojones acabamos a noche? No me acuerdo de nada después del
lio del tugurio ese y de beber en el parque Folk.- Mike, sorprendido
me miró. - ¿Y cómo es que no me has preguntado en todo el día?
¿Tan tonto te tiene Lys?- “Que bien me conoces, desgraciado.”
pensé para mí mismo. - ¿Qué dices tío? No se me ha pasado por la
cabeza porque estaba pendiente a que no te murieras colocando los
almacenes, subnormal. Deja de inventarte cosas loco.- Dije
aparentando lo más posible la normalidad, dado que Fill y Diana me
miraban con curiosidad.- Además, ya sabes que Lys no es mi tipo,
demasiado fina, ya sabes. Bueno, que cojones, cuéntame que pasó a
noche. Estoy casi seguro que pasamos por el chino de al lado de “El
mal querer”, porque esta mañana pote arroz tres delicias.- -¿Que
pasamos? Más bien arrasamos, diría yo, sobretodo Dan. Ese chaval un
día nos va a dar un susto cuando le den una paliza. Le destrozó la
tienda al chino, encima tu no dejabas de comer y de partirte el culo.
También hay que decir que el que empezó fui yo.. le vacilé
demasiado al pobre chino, y cuando le dijo a Dan que no se robaba
allí le destrozo la tienda tirando los estantes abajo.- No me lo
podía creer, no solíamos ser tan salvajes a no ser que hubiera
motivos para ello. Habíamos liado bastantes y nos habíamos visto en
vueltos en bastantes movidas y peleas, pero no solíamos buscarlas. -
Joder con el chaval.- Dijo Fill.- Mi primo empezó igual, después se
empezó a juntar con los mexicanos y colombianos para vender droga y
ahora está muerto. - Cuando dijo “mexicanos” pude reconocer una
pequeña mueca de incomodidad en Mike. En ese momento no lo tuve muy
en cuenta, ojalá haberlo hecho. - Dejate de gilipolleces Fill. Dan
no va a llegar a eso, a noche paso eso porque estaba como estaba y
los demás igual. No habrá una próxima vez, tenlo por seguro.- Mike
estaba serio y me gustaba verlo así porque eso quería decir que no
solamente sabía ser un niño pequeño y hacer el payaso, si no
también cuadrarse como un hombre. Pensé en ello mientras Mike
buscaba aparcamiento con la ayuda de Diana y Fill.
Mike y yo nos
conocíamos desde pequeños. Mi madre murió al darme a luz y mi
padre la había dejado tirada mucho antes de eso. Mi madre que no
tenía familia me dejó al cuidado de quien empezaría a denominar
como mi padrino, se llamaba Pitt Barton, el cuál se encargó siempre
de mí hasta que murió de cáncer cuando yo tenía diecisiete. Pues
bueno, cuando era pequeño mi padrino solía llevarme al recinto
deportivo Ada, que, aparte de contar con distintos parques para los
niños, también tenía campos de futbol, pistas de padel y de tenis,
frontones y canchas de baloncesto, también contaba con un complejo
de piscinas que tenían toboganes bastante largos. Mike siempre
estaba allí, todos los fines de semana, al principio solo con sus
padres, Eduard y Rous Low, Thorne era el apellido de soltera de Rous.
Con el tiempo empezarían a venir también con el pequeño Tomas, el
hermano pequeño de Mike. Sus padres morirían en un accidente de
tráfico 5 años después, dejando a Mike y Tomas a cargo de los
servicios sociales. Mike tenia diecisiete años, asi que al año
siguiente, en cuanto fue mayor de edad, se hizo al cargo de su
hermano pequeño de seis años, ya que tampoco tenían abuelos o
algún tipo de familia cercana.
El padre de Mike era
igual que él, o Mike igual a su padre. Trabajaba cómo representante
de bastantes marcas de alcohol y era el que se encargaba de proveer
tanto a antros de mala muerte cómo a los mejores hoteles de la isla.
Alto y rubio como Mike, pero con los ojos grises no azules y bastante
más fuerte y ancho de espaldas, estaba siempre sonriendo, de guasa,
haciendo reír a todos a su alrededor y tenían la misma mirada y
tono cuando se ponían serios. Rose en cambió era la cabeza de la
familia, pues Eduard era muy dejado para el tema de organizar un
hogar, pero no por eso era una amargada, pues Eduard sabía hacerla
reír y hacerla feliz con mil tipos de pequeños detalles. Ella era
pelirroja, con los ojos azules, toda una belleza voluptuosa, con una
sonrisa que a mí me hacía sentirme querido y seguro. Tenía,
recuerdo, una manos tan suaves como frías y delicadas. Era preciosa.
En realidad aprendí con ellos lo que era una familia “normal”,
con un padre, una madre y hermanos. Siempre me invitaban a pasar el
fin de semana con ellos en su casa de la playa, en CakeCoast, y mi
padrino siempre me dejaba si las cosas en el colegio iban bien. Era
uno más en la familia, siempre tenía un plato de comer en aquella
casa. Se podría decir que Mike llevo mejor la muerte de sus padres
que yo, el se comportó como un hombre y entendió muy rápido que se
tenía que hacer cargo del pequeño Tomas y no tuvo tiempo para
pararse a llorar. Seguía sonriendo el mismo día del funeral,
soportando el peso de las lágrimas de su hermano pequeño, que no
entendía que sus padres no iban a volver de aquel viaje. No he
vuelto a hablar de este tema desde ese día, tal vez debería hacerlo
cuanto antes.
-Allí hay un sitio,
corre Mike, que me estas volviendo loca con tanta vuelta.- Dijo Diana
sacándome de mis pensamientos.- Voy, voy, ¡vooooooooooooy! Joder,
no tenías tanta prisa cuando Fill te metía mano. - Dijo Mike,
cuando Diana le pellizcó el cuello. Ella se puso muy roja- Podías
haber dicho que lo estabas viendo, puto pervertido.- Dijo Fill entre
risas.- Tío, como me sigáis tocando los huevos no aparco, eh, que
entre con lo que me cuesta y lo brasas que sois me pongo nervioso.
Consiguió aparcar,
más mal que bien. Salimos del coche, estábamos a cinco minutos
andando así que me encendí un cigarro mientras le pasaba otro a
Mike, y él a su vez me pasaba otra lata de cerveza. Fuimos andando
tranquilamente mientras vacilábamos a Diana con lo de antes,
preguntándole si le gusta que la mirasen y todo tipo de
desagradables preguntas. Ella no contestaba mientras Fill nos mandaba
callar y nos daba empujones contra los coches y el mobiliario urbano
para conseguirlo. Todos nos reímos cuando Mike lo empujó a él y se
dio contra una farola en plena cara, todos menos Fill, claro, al cuál
le sangraba bastante la nariz. -Macho, eres un animal, no se puede
bromear contigo Mike, siempre terminas haciéndome daño.- - Pero si
has sido tu quien has empezado, anda, deja de quejarte, tontorron- Le
dijo Mike mientras le acariciaba la cabeza a Fill como si fuera un
gato, a modo de consuelo. Se veía lo que iba a pasar de lejos. Fill
se levantó de inmediato del suelo y empezó a perseguir a Mike con
la nariz aún sangrándole. Mike sorteaba los coches, los bancos y
las farolas dejando atrás a un Fill que le costaba seguir el ritmo
de aquella persecución y que se empezaba a ahogar con su sangre, así
que acabó por tirarle la lata llena de cerveza que había dejado
junto a él en es suelo cuando se dio contra la farola. Me gustaría
decir que no me resultaba graciosa la escena, pero así era. Diana y
yo nos reíamos como niños pequeños mientras Fill, ya con la
camiseta manchada por todos lados de sangre, volvía de tan ardua
persecución. Mike desde lejos le devolvió la lata, que fue a parar
a la coronilla de un señor que pasaba por allí justamente. Por un
momento se acabaron las risas y el señor empezó a llamar de todo a
Mike, y cuando se dio cuenta de que Fill sangraba y que Diana y yo
aguantábamos la risa, también empezó a insultarnos a nosotros. -
Ya no se puede ir ni tranquilo por la calle, sois unos sin
vergüenzas, anda que ir tirando latas de cerveza la gente por la
calle. Las personas como vosotros dais asco, unos despropósitos y
parásitos de esta sociedad. Id a vuestra casa a tiraros cosas, o
tirárselas a vuestra madre..- Fatal error. Nunca se debe hablar de
la madre de otro, y menos sin saber si está viva. Ha Mike y a mí
nos cambió la cara y Fill mando callar al viejo y nos saco de allí
mientras le insultábamos de todo. Diana tampoco se reía ya.
Ya sin tantas risas
llegamos a “La primera”, ya me sentía como en casa. Había un
par de muchachas en la puerta hablando con alguien a quien reconocí
al instante, era Dan que ya estaba haciendo de las suyas. En cuanto
nos vio paso de ambas, que entraron dentro, y vino a saludarnos, con
un buen canuto de la mano, la mejor bienvenida que me podían dar. Lo
cogí con ganas, pese haber tirado unos quince minutos antes. Dan nos
saludo a todos, Fill, que ya había dejado de sangrar, y Diana
incluidos. - Jonh. - Dijo cuando ya nos estábamos entrando y en bajo
tono. - Refréscame la memoria, ¿cómo me dijiste que se llamaban?-
- Fill y Diana tío, mira que eres tonto. Encima me han recordado lo
que pasó ayer tío, y en realidad ni puta gracia.- - Bueno, si que
te comes la cabeza, si que nos pasamos un poco, pero no fue nada, un
simple juego, y no fue porque fuera chino, eh, no somos unos racistas
joder. Se me fue la cabeza, no volverá a pasar tío. Además no me
has dicho nada de lo bien que te he cuidado el coche- Me dio una
mala sensación en ese momento, la sensación de que volvería a
pasar pronto. - Tíoooo, no te rayes. Venga, sígueme, te voy a
presentar a las tías con las que me has visto antes, hay una que
flipas lo tremenda que está. La otra es más bien maja, ya sabes. -
Terminó riéndose ante su propia broma, y yo le seguí el juego. La
verdad es que no me venía nada mal entretenerme un poco, intentar
conocer a alguien, aunque en el trabajo eso era algo que me saturaba,
todas las semanas conocía a gente nueva, de muchos rincones del
mundo. Los clientes eran sobretodo familias con hijos pequeños y
parejas de ancianos, y las hijas mayores de aquellas familias o no
eran tan mayores, o siempre estaban con sus padres, así que era
difícil conocer a alguna a fondo.
Pasamos por la
puerta y entramos a un pasillo con paredes de madera adornada con
herraduras, fotos de vaqueros, supongo que famosos, y recortes de
periódicos con títulos cómo “Se busca forajido”, o “Tribu
india asola e incendia los campamentos de otra tribu india”, de
unos cinco metros que terminaba en unas puertas de madera, al estilo
del oeste americano, que nos llegaban desde los tobillos, hasta las
costillas. Dan empujó las puertas de forma que se chocasen contra
las paredes al entrar y entro al más puro estilo cowboy. Ellas, que
se empezaron a reír, ya estaban sentadas en la barra de madera de
uno de los laterales del garito, el cuál tenía otra barra “gemela”
enfrente de está. Justamente al lado de ellas habían dos taburetes
vacíos que parecían esperarnos. Mike y los demás ya estaban en la
zona de los futbolines, más allá de unas cuantas mesas bajas
rodeadas por sofás de distintos tamaños de cuero. Había cuatro
futbolines y dos billares. Se utilizaban sobretodo entre semana ya
que el fin de semana se retiraba todo y se convertía en discoteca.
El garito con esa forma circular y todo recubierto en madera hasta el
techo, que era bastante alto, le daba forma de cabaña india a la vez
que un bar típico del Oeste Americano en su época.
La verdad es que “La
primera” lo tenía todo. Céntrico, con ambiente entre semana
gracias a los futbolínes y los billares, buena música, de la que se
encarga Tom, el Dj, un tipo con el pelo muy rizado y bastante
abundante. Era un crack cómo Dj, entre semana nos ponía la música
que le pedíamos entre los clientes, sobretodo nosotros que eramos
unos pesados, y los fines de semana nos hacía sudar y perrear cómo
locos. Tom, junto con las dos camareras, Alice y Dana, que eran
lesbianas y pareja aparte de ser preciosas y unas camareras de la
ostia, eran los causantes reales de que siempre fuéramos allí
realmente. Eran capaces dar un ambiente único. Y no podías follarte
a las camareras, lo cuál era elemental, pues ningún cliente podía
ponerse pesado con ellas y, lo que era mejor, ningún supuesto novio
partirse la cara con el baboso. Y podía jurar que tanto Alice como
Dana sabían poner en su lugar a cualquiera, ya que lo he sufrido en
mis carnes cuando empecé a ir por “La primera”. En ese momento
estaban las dos en aquella barra, riéndose entre ellas de algún
tipo de broma que solo ellas entendían. - ¿Pero que pasa aquí?
¿Venís a trabajar o a pasar la noche?- Les dije antes de chocarles
el puño, que es más cómodo que darles dos besos.- Ya está el
pesado que faltaba.- Alice sonriendo, fue a por una copa. Ya sabía
lo que le iba a pedir, Jack Daniels con un chupito de Jagger y fanta
de naranja para rebajarlo y darle mejor sabor. Por su parte Dana me
sonrió y me chocó el puño. - ¿Que tal la jornada? ¿Cansado? Se
te ve reventado, deberías dormir más y fumar y beber menos
coleguita.- Ya me estás dando sermones, cómo siempre. Hay que ver
lo que nos gusta a los camareros meternos en la vida de los demás y
servir de bastón psicológico con la gente, eh. Anda, anda. - Alice
ya me había puesto la copa, asi que le di un buen trago.- Perfecta
Alice, caviar, ambrosía del Olimpo. Deberían pagarte más sólo por
esta copa, es genuiiiiina. - - Deja de reirte de mí anda, aun que
gracias Jonh, siempre es un placer, lo sabes.
Los dos mentíamos,
ni la copa estaba tan buena ni para ella era precisamente un placer
tenerme como cliente, mejor dicho a ninguno de nosotros pues siempre
acabamos gritándonos, insultando y pengándonos borrachos entre
nosotros, la mayoría de la veces. A ellas que nos matásemos o no
les daba igual, lo malo era que de daño colateral estaban vasos,
sillas, mesas, futbolines, palos y billar y, una sola vez, un espejo
porque Carl me tiró una bola de billar a por haberle dado demasiado
fuerte con un palo del mismo billar en las costillas. Casi no nos
vuelven a dejar entrar los dueños, que se llamaban Richar y Jimbo.
Ha Richar no lo conociamos ni de vista pero por suerte Mike conocía
a Jimbo. Jimbo, o Jim cómo lo pasamos a llamar, era el hijo de uno
de los mejores amigos del padre de Mike, y se conocían desde bebés,
es más se hacían llamar primos. Pero Jimbo, al contrario que Mike,
era bastante rico, pues su padre era el gobernador de la isla, por
eso ya no se veían mucho, sobretodo después de la muerte de Eduard,
el padre de Mike, y que los bancos se quedarán todo su dinero. Fue
un reencuentro bastante curioso, pues Mike no parecía muy contento
de verle, es más yo diría que le daba asco Jim. Pero cuando venía
Jim a “La primera” siempre saludaba a su primo. Y la verdad es
que últimamente hablaban mucho a solas, y se les veía tensos, yo
por lo menos. Jim esa noche no estaba por allí, observe antes de que
Dan empezará a presentarme a las dos chicas. Una rubia, con los ojos
azules y una cara de ángel y muchísima elegancia, mejor dicho,
irradiaba elegancia con cada parpadeo. La otra, morena, con un lunar
encima del labio, del que seguramente se habría quitado un par de
pelos hace poco. No estaba nada mal, excepto por ese lunar, que tanto
ella como yo sabíamos que marcaba las diferencias. Seguramente fuera
una chica tímida, y, aunque lo respeto, no me gusta tener que
sacarles las palabra a nadie. Aunque me estaba apresurando, quizá me
sorprendiera. - Ellas son Rebeca y ¿Helen, no? - Dijo mirando a la
morena, la cuál dijo un sí muy, pero que muy tímido, mientras se
ponía muy roja. No me confundía. Su amiga se empezó a reír como
una tonta, les pasaba a muchas delante de Dan. - Mira que eres
estúpido Dany, si te lo acaba de decir. - -No le conoces mucho
verdad. Siempre le pasa, el es más de cara que de nombres.- le dije
a Helen. - Me llamo Jonh, encantado guapa. - Ella se puso incluso más
roja. Salude a Rebeca bastante secamente, la cuál casi ni me miró a
la cara. - ¿Quieres ser mi pareja de futbolin, Helen? Da igual si
sabes o no, la cuestión es hacerlo lo mejor que puedas. - - No se
jugar muy bien, pero vale, vamos a dejar a estos dos solos mejor. -
Me contesto sonriendo. Descubrí que debajo de ese lunar había una
bonita y cuidada sonrisa y que Helen no era tan tímida como él
creía, o eso pudo ver en su mirada al mantenerle la suya. - Vamos. -
No sé porque en ese momento le di la mano y mucho menos porque me la
agarro ella, pero empezaba a pensar que esta noche no quería dormir
sólo.
Me siguió, aún de
la mano. Cruzamos un par de mesas y sillas vacías en dirección a
los futbolones. Ese pequeño zigzag de mi mano a Helen le hacía
gracia, a mí también. En realidad lo hice a propósito para ir uno
delante del otro como si fuéramos un tren. A ella parecía que le
gustaba dejarse llevar y a mí, en ese momento, conducirla. Cuando
llegamos Mike y Tony jugaban contra Paul, el pinche de la cocina del
hotel, y Carl. También, en otro futbolin, estaban Steve, Cortés,
Logan y Drake.
Nosotros cuatro,
Paul, Tony, Steve, Cortés, Logan y Drake, eramos un grupo
inseparable aún en la distancia. Muchos de nosotros nos habíamos
criado juntos en grupos separados, pero en el instituto fue cuando
nos juntamos todos. Héroes y villanos en mil noches diferentes, pero
siempre juntos. Aunque pasásemos algún periodo de tiempo sin
vernos, cuando nos reencontrábamos era como si nunca nos hubiéramos
separado. Realmente estoy bastante orgulloso de todos ellos.
Tony, era en
nuestro grupo de amigos, el broncas. Alto, bastante ancho de hombros
y musculado, con cara de pocos amigos gracias a su pronunciado
mentón y unos ojos oscuros, llevaba el pelo rapado, y solía estar
de buen humor pero si se le cabreaba no había quien lo parase. Era
bastante más reservado que los demás y más frío muchas veces,
aunque cuando bebía era bastante cariñoso. Es curioso ver como el
alcohol saca lo mejor y lo peor de las personas. Le encantaba el
poker, y además se le daba bien. Para nada era tonto, pero entendía
muchas veces las cosas a su manera lo cuál provocaba que discutiera
con alguno del grupo a veces.
Paul, por contra
posición de Tony, era el tío más afable del mundo. Era más bien
gordito, con los ojos achinados que habían dejado atrás las gafas
gracias a las lentillas, tenía también la cara regordeta y hablaba
cómo un camionero. Parecía que todo le daba igual casi siempre, y
cuando no, también. Todo le parecía bien, y cuando te metías con
él siempre tenía un comentario que te humillaba o que salía de
tono. Le encantaba el queso, y cocinar con queso, por eso creo que se
hizo cocinero, aunque ahora trabajaba en el mismo hotel que yo de
pinche y no utilizaba tanto queso como a él le gustaría. Le
encantaba el diseño gráfico y la informática también, cosa que
tenía en común con Tony, creo que lo único junto con ser unos
fumones.
Steve era, desde mi
punto de vista, junto con Carl, el más honrado del grupo y también
el más ambicioso, también junto con Carl.Tenía las orejas un poco
grandes y bastante paralelas, y unos ojos color marrón que le daban
pinta de tío serio, pero su pelo, desordenado y con forma de piña
se la quitaban. Siempre riendo y lanzando pullas a los demás, era un
gran nexo en el grupo y su frase favorita era “si es para mejor..”.
Trabajaba de chapuzas allí donde lo llamaran, y últimamente se le
estaba dando bastante bien y ganaba bastante dinero.
Cortés, bueno, era
Cortés. Le encantaba beber y fumar, la fiesta en general. Era muy
delgado, con la nariz aguileña y unos ojos azules que no habían
dejado aún atrás las gafas. Tenía el pelo largo y rubio, y una
forma de hablar muy de tirado. Se habían pasado media vida
metiendose con él y eso había provocado que fuera un inconsciente
de la ostia a la hora de pelear, pues te pegaba con todo lo que
tuviera cerca, le daba igual si era una botella rota o un palo de
madera. Pero era genial cómo colega, siempre te reías con él y con
sus historias. Trabajaba.. no lo sé muy bien la verdad, pero ganaba
su dinero, cómo todos.
Logan intentaba ser
la consciencia del grupo. Cómo un padre nos enseñaba lo que estaba
bien y lo que no. Ha Mike le encantaba irritarle haciendo justamente
lo contrario que decía. Siempre he creído que a Logan, lo que no le
gustaba realmente era llamar la atención. Era alto y moreno, con los
ojos muy azules y una bonita sonrisa. Muy dado ha hablar de política
y modas del momento. Trabaja como contable en una empresa municipal,
y parecía encantarle todos esos numerajos y cuentas, que a mí, no
me llamaban nada la atención, no como a Carl, que se podían pasar
horas hablando de economía y de distintos tipos y modelos de
empresas y demás mierdas.
Drake, posiblemente
era el más humilde y callado de todos. Bajito y delgado, parecía un
muñeco al que habían apaleado demasiadas veces. Tenía la cara
llena de cicatrices, con los ojos tapados por una masa de pelo negro
que nunca se peinaba. Era muy difícil hacerle hablar en un público
que no fuéramos nosotros, y muchas veces se ponía a temblar
nervioso cuando conocía a alguien. Se había criado en un centro de
menores desde los once años, edad en que su padre mato a su madre y
fue llevado a la cárcel. Con él se había pasado también bastantes
veces, pero ni en el colegio ni los vecinos nunca denunciaron. Una
triste historia, la verdad, y demasiado común.
Los salude y, aunque
ni levantaron la cabeza, me devolvieron al unísono el saludo. Le di
un gran trago a la copa. - ¿Fumas Helen? - - Sí, pero me he quedado
sin tabaco. - - ¿Que te parece si nos terminamos la copa y te invito
a un cigarro mientras te acompaño a que compres?- - Genial, ¿lo que
queda de un trago? - - ¿Tantas ganas tienes de ir a por tabaco o...-
acercándome a su oreja. - de que nos quedemos sólos? - le dije
suavemente. Ella se enrojeció y no tuvo ni que contestar, solamente
me miro de forma cómplice, juguetona. Hice un buen esfuerzo por
terminarme la copa cuanto antes, aunque no fue de un trago, y la
verdad es que me sentó de maravilla. En ese momento noté que Fill y
Diana ya no estaban, habrían ido a por tabaco también.
Cuando salí a la
calle me sentía en conexión con el cosmos. Saque un par de
cigarrilos, me los metí en la boca y los encendí los dos a la vez
ante la mirada curiosa de Helen. Le pasé uno.- Bueno, hablame de ti
Helen.- Dije con tono de galán.- ¿A que te dedicas, que haces en
esta oscura época que nos ha tocado vivir? --Soy azafata de eventos,
es decir, una cara bonita que saluda a la gente importante en sus
cócteles. --Coincido, tienes una cara bonita, pero no eres
simplemente eso. Venga va, ¿que te gustaría llegar a ser si puedes
lograr serlo? – ¡Rica!-Dijo apenas sin pensárselo. - El dinero
tampoco creo que sea algo que te defina..--Pero siendo millonaria
podría serlo todo. Actriz, produciría mi propia película, famosa,
iría a un plató de televisión a contar mis penas o mis lios, o lo
que fuera, y así con casi todo. A mí me gustaría serlo todo, raro,
¿verdad?--Ricos queremos serlo todos, pero yo, aún siendo rico,
¿seguiría viviendo, no? O, ¿la meta es ricos? ¿Cuánto de ricos?,
en fin, ya me está haciendo efecto los porros de antes.- Me reí
tontamente, pero no pude evitarlo. Andamos entre algunos grupos de
chavales y chavalas que salían de fiesta ese Martes. Ya era casi
Verano, así que por el centro ya era normal ver terrazas y calles
con cierto ambiente. - Y a ti, ¿que te gustaría llegar a ser,
Jonh?- Dijo mientras andábamos tranquilamente. Le di la última
calada al cigarro y lo tire. Pensé la pregunta un poco más y
contesté.- Por mi experiencia y por lo que he podido aprender del
mundo, que seguro que hay muchas cosas que he pasado por alto, pero
por lo que he aprendido, sé lo que no me gustaría llegar a ser y
no tengo ni puta idea de que me gustaría llegar a ser, no sigo un
rumbo, zozobro en un mundo de labios, copas y tricomas. --Traías la
respuesta pensada de casa, eh, ¿a cuantas les has dicho lo mismo? Al
final vas a ser hasta inteligente- Me respondió riéndose.- Ha
ninguna, con las chicas suelo hacer el imbécil no hablo de estas
cosas y no sé si eres tú, el alcohol o los porros, pero me siento
revelador esta noche, asi que no lo vallas contando por ahí, que
tengo una reputación de subnormal que mantener.- Le guiñé un ojo.
Se río, la treta había funcionado, me daba tregua y yo lo
agradecía. Seguimos hablando y me contó que también estudiaba
enfermería aparte de lo de ser “una cara bonita”. Yo le conté
que trabaja en el “Palace Center” un hotel en SugarCoast y que
por eso llevaba aún el uniforme del trabajo, y no porque me gustase
vestir así, ya que me vacilaba por como iba vestido. No dejaba de
sonreír y eso me hacía sonreír a mí. Me había equivocado en todo
con ella, era preciosa, lunar incluido, y no tenía nada de
vergonzosa.
Eso me lo demostró
cuando, volviendo ya hacia “La primera” con el tabaco, me dijo
que tenía que sacar más dinero y fuimos a uno de estos cajeros que
hay en las entradas de los bancos, dentro del edificio. Yo ya sabía
que no necesitaba sacar dinero, y creo que ella sabía que yo lo
sabía. Como dos adolescentes nos enrollamos allí mismo. Ella me
desabrochó el cinturón con una habilidad increíble, en dos
segundos fuera, y, sin desabrocharme los pantalones, metió la mano y
me empezó a menear la polla mientras me mordisqueaba el cuello. -
Shh, para, deja un poco para después. ¿No has pensado en las
cámaras? - Dije mientras ponía mi mano, por debajo de su falda y
por encima de sus medías para mi agonía, entre sus piernas, donde
noté que ella ya había empezado a mojarse. Las medías eran
bastante finas, y pude seguir jungando con mi dedos en su coño,
aunque aún quedaban un par de capas para llegar ahí. - Me pones…
muy..- Trago saliva.- cachonda, Jonh. - Me susurro entrecortadamente
en el oído. - Aquí no Helen. Quedate está noche en mi casa. - -
Vale.- Dijo dándome un largo beso mientras nos seguíamos metiendo
mano. Si revisaban las cámaras al día siguiente iban a tener algo
de que hablar en el banco, aunque no era para tanto, era un magreo
guarro. Tampoco era como para asustarse, supongo que es una de las
cosas más normales el mundo.
Cuando salimos de la
sucursal, Helen abrió el paquete de Malboro, saco dos cigarros, los
encendió y me pasó uno. Llegamos rápido a “La primera”,
riéndonos de todo por el camino. Me parece maravilloso lo cómodo
que se puede llegar a estar con alguien que no conoces de nada, tal
vez por eso mismo, porque no te conoce y no te puede juzgar, sólo ve
y escucha tu risa, y tú la suya, porque, quizá, en ese momento los
dos hemos habéis olvidado hasta quienes sois. Pero la burbuja
siempre se pincha, tienes que volver a la realidad, la cuál consume
todo. No a Helen, que queriendo aprovechar un poco más de mi, de ese
momento, me cogió del antebrazo cuando ya encaminaba el pasillo que
daba a las portezuelas de madera. Nadie nos había detectado todavía.
- Ven.- Me dijo mientras me miraba, con lo que para mí eran ojos de
loba, y se mordía el labio. No me hice esperar y esta vez fui yo
quién la agarró de la cintura atraiéndola hacía mí. Por un
momento cambió su forma de mirar, volvía a parecer la chica tímida
del principio de la noche. Esperaba. Con la mano que me quedaba
libre, le acaricie la mano con el pulgar mientras el resto de la mano
se enredaba en su pelo por detrás de su oído. Cerro los ojos cuando
nos besábamos, yo los mantuve abiertos unos segundos y también los
cerré. Duro poco para lo que me había gustado, no había sido un
beso cómo los de la sucursal, un beso guarro y precoz, había sido
elegante, con cariño. Y sin decir nada más, aunque sonriendo,
entrábamos de nuevo en “La Primera”.
Cuando entramos el
local estaba más lleno que antes, varias parejitas ocupaban algunas
mesas un poco más alejadas y tres grupos más ocupaban buena parte
del garito. Por contra, de los nuestros quedamos menos de la mitad de
los que estábamos antes de marcharnos a por tabaco y Tony ya se
despedía de los demás también. - Bueno, nos vemos, pasadlo bien
cachorrines.- Mike no se daba aún por vencido y viéndome llegar con
Helen saltó encima de Tony quedándose como si fuera un Koala.-
Joder Mike, mira que eres pesao, que ya te he dicho que me piro, que
tengo una campeonato de poker ahora, ¡quitaaaaaaaa!- Se giró medio
garito. Tony se ponía más rojo que un pimiento cuando se revolvía
intentando zafarse a Mike de encima, que no dejaba de reirse.-
¡Yiháaaaaaaa!. - Gritaba, ya con todo el mundo mirando cómo con
ansia esperando el final de aquel rodeo y unos cuantos puñetazos. -
¡Dile algo Jooooooonh! - Me aconsejo Mike, una pena que no fuera a
tiempo, pues Tony decidió saltar de espaldas, sin mucho estilo a, a
decir verdad no logró todo el impulso que le hubiera gustado, hacía
el una de las pocas mesas vacías que quedaban en “La primera”,
que no se partió de milagro.
¿Por qué me
parecía tan brillante ese caos en el que las miradas de sorpresa y
desconcierto de la gente eran incapaces de ver que no era una pelea
sino uno debate entre amigos?
Mike porfin libero a
Tony, el cuál rojo como un tomate se dirigió al público. -¿Qué
cojones miráis? ¿A lo vuestro coño!- Alguno que otro chaval,
sobretodo los de las parejitas, hizo el amago de contestar a Tony,
pero sus chicas, más inteligentes que ellos, les calmaron. Mike se
levantó, no parecía muy dolorido. A decir verdad estábamos
acostumbrados a esto, al escándalo y los golpes entre nosotros.
Pocas veces hubo piques o puños de verdad, en realidad era un juego
para nosotros, ver cuanto nos aguantaba el resto cuando nos poníamos
pesados unos con otros.
- Vengas, pues nos
vamos todos, joder.- Dijo Mike ya algo más serio, mientras se
llevaba el brazo derecho a la zona de los riñones. Dan, que seguía
con Rebeca, asintió.- Por mi vale, ¿hoy si puedes conducir Jonh?
Que me voy a dormir a casa de esta princesa. - Dijo con una sonrisa.
- Si quieres te enseño, dame las llaves, capullo.- Dije
devolviéndole la sonrisa. Me las tiro al vuelo y fui lo bastante
hábil como para cogerlas al vuelo y cuando me giré allí estaba,
con unos vaqueros apretados y una camiseta de tirantes holgada que
escondía una camiseta interior blanca debajo metida en los
pantalones. Lys. Esa camiseta era de un color rosa suave que hacía
que su piel pareciera, aún más, de porcelana. Para mi desgracia iba
acompañada de un chaval moreno bastante guapo y vestido con un
conjunto de gucci, observe cuando nos acercábamos a la puerta para
irnos. Ese tío me había cambiado el puto carácter. “Soy imbécil,
Mike tiene razón, tengo que espabilar o ese cabronazo se me
adelantaría. Me cago en la puta, joder, eres tonto.” Lys nos vio
llegar y se acercó a saludarnos. Nos dio dos besos a Mike y a mi y
saludo al resto con la mano, hasta que vio a Rebeca y a Helen y
también, entre unos gritos de emoción, las abrazó. -¿Estáis con
ellos? Que coincidencia, ¿no? Son compañeros míos en el Hotel.-
Les dijo sonriendo Lys. En ese momento caí, Helen me había dicho
que estudiaba enfermería así que tenían que ser compañeras por
narices. - Si, los hemos conocido esta noche, son un tanto,
especiales.- Le respondió Rebeca seguido de una risita que me
pareció muy tonta. - Estos cabrones no me habían dicho que
trabajaran en el cielo con los ángeles.- Le dijo Tony a Lys dando un
paso adelante para presentarse,ç. - Yo me llamo Tony.- Cogió la
mano de Lys y le dio un beso, arrodillándose en plan caballero del
medievo ante la princesa de algún reino. Yo no daba crédito a lo
que veían mis ojos mientras Mike y Dan estallaban en carcajadas y
Lys se ruborizaba con cara de no entender nada tampoco. Me miro
buscando una salida pero no hizo falta pues, ante el descojone de
Mike y Dan, Tony se levantó. -¿Qué pasa, de cojones os reís? Sois
unos trozos de mierda. - Dijo mientras el también se empezaba a reír
al darse cuenta de la escena que había montado en un momento. Estaba
ya borracho el cabrón. - Lo siento. - Le dije a Lys también
empezando a reírme. - Bueno, nosotros nos íbamos ya Lys, que además
te vemos bien acompañada. - Dijo Helen, que no se había reído
tanto. Quizá se hubiera dado cuenta de lo que pensaba cuando vi a
Lys, pero debería darle igual, aunque no sé porque verla celosa me
gustaba. El chaval, que estaba hablando con Alice y Dana, las cuales
por alguna razón estaban tensas, se dio la vuelta y nos saludo a
todos, uno por uno. - Hola, me llamo Richar. - Jonh, encantado.- No
sé porque no me fié de él en ningún momento. -¿No os quedáis a
tomar una copa más, invito yo? ¿Que te parece Lys?- - Por mi
genial, nunca decimos que no a una copa gratis. - Dijo Mike sonriendo
otra vez cómo un niño y sin ningún tipo de dolor de espalda
aparente.- Que va tío, yo me piro, que ya llego tarde al torneo que
pensaba jugar y me tocará buscar otro, haber si te enteras que es mi
trabajo y la próxima vez no haces el orangután en mi espalda
machote.- Dijo Tony ya en el pasillo que daba a la puerta del garito.
- Nosotros también nos vamos ya Mike. Mañana Rebeca me ha dicho que
curra y yo tengo que empezar a buscar también algo.--Y nosotros
también nos vamos, colega.- Le dijo por último a Mike, mientras
buscaba la mirada de Helen, la cuál encontré seguida de una pequeña
sonrisa. - Jooooder, vale, venga, a tomar por culo. Nunca hemos
rechazado una copa gratis y ahora me venís con estas. Pues yo me te
la acepto, si no os molesta, paso de irme a casa tan pronto.-
“Gracias Mike” pénse aplaudiendo en mi interior. Él sin querer
les había jodido la cita a Lys y a Richar. - Si, no pasa nada,
pareces un tío divertido.- Contesto Richar. - Lo es. - Afirmo Lys, a
la cuál aproveche para darle dos besos y me sorprendió con un
abrazo. En ese momento me hubiera gustado huir con ella a miles de
kilómetros de allí. Pero no la mire a los ojos cuando me aleje para
despedirme de Mike, al cuál, con el mítico saludo ritual de dos
palmadas con la mano derecha y choque de hombros, nos despedimos.
También me despedí de Richar con un gesto y un “Bueno”. La
verdad es que el tal Richar me sonaba de algo, lo había visto en
algún lugar. Salimos del garito mientras le daba vueltas intentando
recordad de que me sonaba.
Ya en la calle Dan,
Rebeca y Tony también se despidieron de nosotros. - Tened
cuidado.--Mañana te llamo, Rebeca.- Nos despedimos casi gritando
camino al coche. -Te presento a mi humilde y fiel corcel.--¿Corcel?-
Me pregunto entre risas. - Ni más ni menos que eso.- Subimos, metí
la llave y se encendió la música, “Sapés comme jamais” de
“Maître Gims ft. Niska” empezó a sonar por lo altavoces. Era la
única canción que conocía de ellos, pero esos negros sabían lo
que era el ritmo.
Y casi bailando
conduje por las calles de SugarHills. “La primera” estaba casi en
el centro de la ciudad mientras que el vivía casi en las afueras.
Hablábamos de música mientras escuchábamos música, era casi
poético. Me puso al día sobre la vida de uno u otro cantante que yo
no conocía de nada, pero me gustaba escucharla, su forma de
expresarse, así que le preguntaba mostrando interés. Llegamos y no
me costó aparcar tanto como a Mike. Llegamos a mi piso, que estaba
hecho un desastre. El salón olía a los pies de Dan, cuando entrabas
al baño todavía olía mi potado de la noche anterior y mi
habitación era un armario, literalmente, había ropa tirada por
todos lados, también alguna lata de cerveza y colillas por el suelo.
Y de la cocina no estaba mucho mejor que el resto del piso. -Bueno,
pues este es mi hogar. No siempre está tan así, pero la noche de
ayer también fue de locos.--No te preocupes, no pasa nada, yo soy
igual, bueno, no tanto, pero también soy bastante desordenada. Si
quieres te ayudo a limpiar.-- Que va, que dices, no. Esto lo arreglo
yo en 10 minutos, ya verás. ¿No ves que soy camarero? Nosotros nos
crecemos ante la presión.- Le dije riéndome.- Ideé un plan de
ataque y lo cumplí a la perfección. Recogí el salón y limpie el
baño en lo que me pareció una marca olímpica. Fregué los
cacharros de la cocina y la barrí y fregué. Y por último me hice
un canuto, mientras esperaba que el suelo de la cocina se secase y,
cuando pude, cogí una botella de vino tinto y dos copas. Salimos a
fumar a un balcón que había en el salón mientras se ventilaba el
salón. -Me encanta el vino.- - Y a mí, pero más el blanco y para
cenar.- Contesto ella.- Pero este está bueno, es suave y te calienta
el pecho y las ideas.- -¿Quieres tener el pecho calentito?- Pregunté
antes de acercarme y mordele el labio. Le dí un tiro al canuto y
acordándome de Fill y Diana, le pase el humo con un beso. Ella me
quito el canuto de la mano y con cara de la mala le dio un tiro tan
largo que la hizo estornudar .- ¿Pero tú que fumas? - - Marruecos
entero. - Dije con una sonrisa. Terminé la copa de un buen trago y
le quite la copa y el canuto de las manos dejándolos en una mesa de
metal redonda que había en el balcón. Le aparte el pelo del cuello
y le susurre en el oído. - No me has respondido, ¿que es lo que te
calentaba el vino?- - El pecho y las ideas.- Dijo con la respiración
agitada. - Y ¿aquí estás calentita también?- Mientras le volvía
a meter mano por debajo de la falda igual que en sucursal del banco.
- Sí.- Empezó a besarme como si me devorará, y yo a ella igual,
pegándola a la pared. Torpemente, mientras seguíamos besándonos
llegamos hasta el sillón. Nos desnudamos el uno al otro, lo más
rápido que podíamos, como si no pudiéramos aguantar más las
ganas, mientras nos besábamos como podíamos en aquel baile que
hacíamos al desnudarnos. Seguíamos besándonos cuando lleve mi mano
a su entrepierna ya desnuda, estaba muy mojada y yo quería mojarla
aún más. Baje por su cuello entre mordiscos, lametones y besos,
pasando por sus pezones, los cuáles mordí con los colmillos,
provocándole un gemido de dolor y placer al mismo tiempo. Descendí
a besos por sus costillas, hasta llegar a su cadera mientras mis
dedos se mojaban tocando su clítoris. Sin tocar mis labios con su
muslo, solo dejando que mi respiración lo envolviese, llegué por
fin a la tierra prometida. Lo comí con gusto, a veces con la lengua
y otras con los labios, mientras me agarraba del pelo y gemía. Le
metí un par de dedos y ella empezó a mover sus caderas en mi boca.
Estaba a punto de correrse. De repente se enderezó y me echo para
atrás en el sofá, cogiendo mi polla mientras se la metía en la
boca. Era maravillosa, calentita y húmeda, y Helen tenia una técnica
increíble. La aparte el pelo de la cara, quería verla mientras la
dejaba hacer, hasta que le cogí del pelo y le folle la boca, estaba
a punto de correrme yo también. - Me corro Helen. - Y ella siguió
mientras me miraba y me agarraba los huevos. No pude más. - Dios
Helen..- Fue al baño, desnuda, ahora si que si, sin ningún atisbo
de timidez.
Busqué el paquete
de tabaco en mis pantalones, que estaban tirados al lado de los
suyos. Saque del paquete un cigarro y el mechero. Cogí otro cigarro
más. Tire el paquete al suelo y me encendí los dos cigarros justo
cuando volvía sonriendo por el pasillo. Solté el humo mientras
pensaba en que para nada había sido un mal día.
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