Labios, comas y tricomas. Cap_4
4.-
“-Pero que bien
haces los mojitos- - Sólo para ti.- Conocía esa sonrisa. Me gire
ciento ochenta grados. Estaba en la playa. Los padres de Mike, en
bañador, perseguían, entre risas, a dos chiquillos de unos 7 años
por la arena. Esos niños me sonaban de algo. Apareció una ola
gigante mientras ellos seguían igual, corriendo y riéndose. Les
grite, les intenté avisar y al darme cuenta de que no me escuchaban
quise huir yo. Pero no podía mover las piernas, las tenía
enterradas hasta las rodillas en la arena de la playa. La ola ya se
los había tragado, me tocaba a mí. De repente sólo había
oscuridad. -Vive por mi, Johnnathan. Toma, cógelo, sé que cuidaras
bien de él. No le hables de... ¡Prométemelo!.-
Me desperté
temblando, con una lágrima en la cara. Apagué el despertador. No
era la primera vez que escuchaba esa voz en mis sueños, creo que es
mi madre, pero podría ser la panadera perfectamente. Me encendí un
cigarro. Nunca le he dado importancia. Pero sí era la primera vez
que aparecía Lys y su sonrisa. Helen ya se había ido, pero me había
escrito su número teléfono con pintalabios en el baño. Mire el
número mientras echaba la meada mañanera. Había dormido genial.
Preparé café y me hice un par de tostadas con mantequilla para
acompañarlo. Desayuné en la mesa de metal del balcón contemplando
las vistas y para aprovechar el buen día que hacia, ya totalmente
veraniego. La verdad es que no eran tan grandes vistas y ya las había
visto mil veces. Desde el balcón sólo se veía la calle, unos
cuantos edificios y el patio del colegio “ St. Patrick Public
School”. Los niños estaban en el recreo. Algunos jugaban al
futbol, otros al pilla-pilla, los más mayores, que tendrían diez u
once años, estudiaban para algún examen final. La mayoría se
movían y gritaban por el patio sin ningún sentido para mí, era
cómo observar a las hormigas cuando destruías el hormiguero, todas
locas corriendo de un lado a otro sin saber que es lo que está
pasando.
Pensando en que no
hace tanto yo era igual preparé las cosas para ducharme. El agua
calentita era cómo una droga para mí. “Podría vivir en una
bañera llena de agua caliente”, pensé. Me lave los dientes,
mientras sonaba “Animals” de “Martin Garrix”. Me vine arriba
no, muy arriba. Empecé moviendo el cuello y acabé de pie en el Wc
dándolo todo. Cuando acabó la canción volví a la realidad.
Cómo siempre, me
encendí otro cigarro cuando salí del portal y me puse las gafas de
sol. Esta vez si sabía perfectamente dónde había aparcado. Fui
andando, despreocupado. Ya no se escuchaban los gritos de los niños
del colegio, o por lo menos yo no los escuchaba ya. Abrí el coche,
me senté y metí la llave, esta vez, empezó a sonar el final de la
canción de “Memphis Depay - No love”.
Conduje entre las
calles de la bulliciosa ciudad que era SugarHills, en la que se
empezaba a notar que cada vez había más turistas. Los autobuses
iban casi llenos, el trafico era abundante y distintas personas, con
más o menos prisa por llegar a sus destinos, recorrían las aceras
del centro de la ciudad.
Salí de la ciudad
tomando la carretera del sur, hacia SugarCoast. Cuando estaba
llegando al hotel vi el coche de Mike aparcado cerca. Me pareció
raro, pues Mike hoy tenia el turno partido y se suponía que hace una
hora que había acabado el primero. Di la vuelta al hotel y aparque
cerca de la playa, que quedaba a cien metros, más o menos, de la
entrada al aparcamiento que había justo antes de llegar a la puerta
del hotel. Iba bastante bien de tiempo, así que pase antes a beberme
una cerveza fresquita a uno de los restaurantes que habían cerca del
Hotel. “Restaurante La brisa” rezaba el luminoso.
Ya conocía aquel
restaurante, que contaba con un bar aparte que estaba abierto a la
playa. Entré directamente por la puerta que daba al bar, el cuál
estaba a casi lleno. Me acerque a la barra y espere a que algún
camarero se fijara en mí. Al cabo de unos minutos, que se me
hicieron eternos, uno de ellos, con la piel clara y los ojos oscuros
debajo de unas cejas espesas y oscuras que contrastaban con su pelo
rubio peinado hacia atrás. -¿Que quería, caballero?-- Una jarra de
cerveza y no hace falta que seas tan formal, tenemos la misma edad y
trabajo aquí al lado.--Ya sabes entonces, protocolo colega. Ahora
mismo te pongo la cerveza.- Dijo con una sonrisa que no se yo si no
formaría parte de sus “protocolos”, pero la verdad es que trajo
la jarra llena con la cerveza muy bien tirada, con su espuma de sólo
dos dedos. Y eso es importante, en muchos sitios te estafan poniendo
mogollón de espuma y para mi eso es un robo, la cerveza tiene que
tener dos dedos de espuma, ni más ni menos. Le di las gracias
mientras le daba dinero para que se cobrará. Yo siempre solía
bastante dinero encima, la vida me ha demostrado que nunca sabes
cuando lo puedes necesitar. Caminaba a la playa cuando los vi. Mike
estaba con Jim y con Richar sentados en una mesa a pie de playa,
tomando wiskey y fumando un habano. Me pareció muy raro, ¿desde
cuando Mike quedaba con Jim para tomarse algo? Nunca me había
comentado nada y Mike no era de los que ocultaban cosas, y menos a
mí. Aparte, ¿qué pintaba Richar allí?¿De que se conocían..?
Richar. Caí en ese momento, el socio de Jim se llamaba Richar y ya
se donde lo había visto antes. Lo había visto hablando con Mike una
sola vez en “La primera”, hace ya bastante tiempo. Volví a la
barra con la mosca detrás de la oreja, quería saber de que cojones
hablaban y porque Mike y Richar la noche anterior se habían
presentado cómo si no se conocieran de nada. Llamé al camarero de
las cejas pobladas, que ahora estaba fuera de la barra limpiando
algunas mesas.-¿Cómo te llamas tío?--Bruce, ¿y tú?--Encantado
Bruce, yo me llamo John.- Nos dimos la mano.-Necesito un favor Bruce,
ponte aquí.-Le coloqué de cara a la playa para que pudiera ver a
Mike, Jim y Richar, y saque de la cartera un billete de veinte al
Bruce se quedó mirando. -¿Ves a esos tres, los de los
habanos?¿Suelen venir por aquí los tres juntos?--No vienen mucho
pero siempre que vienen, vienen juntos.- Bruce había entendido el
juego. Le di el billete y saque dos de cincuenta.-Vale, Bruce, voy a
volver está noche y me gustaría saber algo de lo que hablan esos
tres y ahora mismo tengo prisa, ¿podrías enterarte de algo
accidentalmente mientras limpias las mesas?-Dije jugando con los dos
billetes entre las manos.-Por supuesto, John- Guarde de nuevo los
billetes en la cartera y le di la mano a la vez que le dije.- Nos
vemos esta noche entonces.--Genial.- Contesto mientras sonreía y me
daba la mano.
Cuando entré en el
hotel por la puerta del servicio estaba empezando a pensar en que me
había venido arriba con Bruce. ¿Desde cuando sobornaba a gente por
información acerca de mi mejor amigo? Empecé a pensar que estaba
siendo tonto, que seguro que tenía alguna explicación. Pero,
entonces, ¿por qué me lo habría ocultado Mike? Estaba cruzando el
pasillo del servició, camino al bar, cuando, por el otro extremo del
pasillo, apareció Lys. Me acordé de que había soñado con ella y,
por primera vez, verla me puso incómodo, pues sabía que tenía que
decirle algo, invitarla a salir, algo.- Hola, ¿entras ahora? Yo hoy
salgo antes, que le he pedido permiso a Doc, tengo que solucionar
unas cosas en la universidad, ah, por cierto, ¿que te parecieron mis
amigas?¿Eran guapas, eh?¿Te gusto alguna?- Me puse nervioso ante
ese interrogatorio.-Quieta, para, para, No te montes películas.
Además, ¿tanto te importa?- Conteste intentando no mentirla y
evadir sus preguntas. Además, en el fondo me gustaba que le
importase. Ella se puso un poco roja. En ese momento lo recordé,
casi se me olvidaba de que Mike ayer se quedó con ella y con Richar,
a lo mejor hablaron de algo que me pueda dar alguna explicación. -Me
importa porque son muy buenas chicas, no me las corrompáis, eh.- “Un
poco tarde.” pensé.- Nada, tranquila, si están con nosotros,
están en buenas manos.- Me puse un poco serio.- Y tú qué, ¿cómo
fue tu “cita”? ¿Qué tal se porto Mike?- -Ah, si. Bien, la
verdad. Se fue tras terminarse la copa y ha Richar lo llamaron y se
tuvo que ir, así que la mi cita no fue tan bien. Tampoco me estaba
cayendo bien, no sé, tiene algo que me hace desconfiar de él.- -
¿Verdad? Me pasó lo mismo anoche..- Se abrió la puerta.- Hombre,
si estás aquí. Venga Romeo, tira para el chiringo, que ya te iba a
llamar por teléfono para saber donde estabas que ya son la una y
cinco. Y tú, Julieta, ¿no te tenías que ir a resolver no se que
mierda en la universidad? Pues si te veo en dos minutos por aquí te
pongo a trabajar, así que ale, marchando.- Dijo Doc al descubrirnos
a los dos apoyados, frente a frente, en una de las paredes del
pasillo. Me gustó lo de Romeo y Julieta.- Ya voy Doc.--Si, es verdad
Doc, me voy.- Doc salió, renegando, hacia el chiringo y yo detrás
de él, pero antes se me ocurrió algo que decirle a Lys. Así que
volví hacia la puerta que daba al pasillo y la abrí.- Lyyyyyyys,
eh, Lyyyyyyys.- Dije medio gritando medio susurrando. - Jooooonh,
dime.- me devolvió el grito-susurro Lys, sacando la cabeza por la
puerta de los vestuarios. Me acerque sonriendo.- Para, que estoy casi
desnuda, John.- Joder, se me puso el corazón a cien al escuchar
eso.- Sólo quería decirte que anoche soñé con tu sonrisa y que
hoy me he levantado con ganas de volver a verla.- Jaque. Me fui sin
decir nada más y también sin saber lo que pensaba ella que sólo me
miró perpleja.
Tras eso, afronté
el día con alegría, esperando que llegarán las ocho para que Mike
volviera al curro. Con lo que me dijo Lys, estoy casi seguro de que
Richar y Mike también estuvieron juntos ayer por la noche y yo no
conseguía entender porqué. Las horas pasaron rápido, sin mucho
trabajo pues, como el día anterior, la mayoría de los clientes se
habían ido a la playa. A las siete y media de la tarde ya estaba
abierto el comedor y los clientes más puntuales bajaban ya a cenar,
sobretodo eran personas mayores. Todavía no eran las ocho cuando
Mike ya estaba con nosotros en el comedor. Estaba serio, aunque
conmigo intentaba disimular, se le notaba a la legua que algo le
rondaba la cabeza. -¿Que te pasa tío, estas bien? Te veo serio.- -
No estoy serio, me duele bastante el estómago, sólo eso.- Me corto
tajante. - Vale colega, estás que muerdes.- Le contesté, poniéndome
serio. Sonrió.-Lo siento tío, el dolor de estomago me pone de mala
leche.- - Te entiendo, no te preocupes.- -Venga John, ahora no te
hagas el digno conmigo. Sólo es eso, ¿vale?- Me revolvió el pelo
sabiendo que yo odiaba que hiciera eso. -Quita, pesao.- le aparté la
mano de mi cabeza, sonriendo está vez, y le dije. -Vamos a
centrarnos en el curro y después, si tienes cuerpo, vamos a “La
primera” a tomar algo.--Que va tío, he quedado con una muchacha
después.-Estaba decidido, después iba a llamar a Karl para que me
acompañara a seguir a Mike. Podía parecer muy enfermizo, pero si
Mike era capaz de mentirme también tenía que ser por una razón
suficientemente importante. - Joder eh, que bien calladito te lo
tenías. Que bien maquinas en las sombras, campeón. ¿La conocemos?
¿No trabajará en el hotel, no? - Intervino Fill.- No, no la
conocéis. ¿Ves por que nunca digo nada, John? Sois una panda de
pequeñas y asquerosas babosas.- -¿Pero que cojones hacéis ahí los
tres de tertulia?- Nos dijo incrédulo por la escena Doc. Fill, que
no entendió que no hacia falta responder a esa pregunta le
contesto.-Nada, que Mike se ha enamorado de alguien del hotel y no
nos quiere decir quién.- Ha Doc se le notó el brillo en los ojos
tras escuchar, lo que para que él era, un notición
informativo.-¿Pero cómo puedes ser tan hijo de…?- - ¡Mike! Un
palabra más y te despido. Venga coño, ha trabajar, ya hablaremos
los cuatro en otro momento de todo esto. Mike, inspiro, y soltó
pesadamente el aire mientras debió aceptar que iba a ser la
comidilla del hotel durante un tiempo.
-Eso por lo de la
nariz.- Me dijo Fill medio riéndose.
Nos pusimos a
trabajar y la hora y medía que me quedaba se paso volando. Ya
habíamos terminado de colocar el comedor cuando, antes de irme, me
despedí de Mike, que era el que se había quedado conmigo colocando
el comedor.- ¿Sales a las doce, no? Ya no te queda nada. Ya me
contarás que tal con la chavala misteriosa.- Le dije mientras
dábamos, los dos con la mano derecha, dos aplausos seguidos de un
choque del hombro derecho, cómo siempre hacíamos al saludarnos o
despedirnos con nuestros colegas.- Si, ya te contaré, no te
preocupes. Voy a ver arder a los viejecillos anda, que hoy tenemos el
“Festival del fuego”, suena bien, ¿eh?. Bueno, chao pescao.
Descansa hermano.- Sonrió.- Hasta mañana, hermano.- No le devolví
la sonrisa y abrí la puerta del pasillo del servicio, el cuál cruce
andando más rápido que un yonky cuando consigue dinero para ir a
ver al camello y seguí andando a esa velocidad hasta que llegué a
mi fiel corcel. Llamé a Karl por teléfono. “Cógelo, cabrón.”
Nada, no lo cogía, volví a intentarlo. “Vamos, vamos.” Nada
otra vez. Cuando iba a volver a intentarlo, cómo si fuera un
sanitario intentando reanimar un cadáver, empezó a sonar mi
teléfono. Era él. - Dime loco, estaba cagando.--Me lo estaba
imaginando.- Mentí, pero porque en otra circunstancia me lo habría
imaginado.-¿Puedes quedar ahora tío? Es importante, es sobre Mike,
anda muy raro y he descubierto unas cuantas cosas bastante
sospechosas, aunque no sé de qué, pero muy sospechosas. ¿Puedes?-
- Estaba estudiando hermano, que ando a tope con lo de la
universidad, ya sabes loco.-- Venga tío..--Joder, macho, venga,
vente a buscarme, pero tío después no me líes hasta muy tarde, que
nos conocemos John.--Ya te digo que es importante, ya verás,
cabezón. En un rato estoy allí, te llamo y bajas.--Joder, ahora
haber que le explico a mis padres para salir ahora, macho, las que
liáis.- Los padre de Karl no sabían muy bien a que se dedicaba su
hijo cuando salía por ahí, por lo menos de primera mano. No sabían
ni que fumaba, ni muchas de nuestras salvajadas.
- Tranquilo, algo se
te ocurrirá seguro, que eres un tío inteligente. Venga, nos vemos
ahora.- -Venga.-
Me acordé de Bruce
y decidí que a lo mejor valía la pena ir a verle, pero, cuando
llegué al restaurante “La Brisa” y pregunté por él, me dijeron
que se había marchado unos diez minutos antes. “Cíen pavos que me
ahorro, además, creo que tampoco me iba a solucionar nada.” Pensé
y volví al coche, otra vez modo yonky activado. Esta vez lo arranque
y puse rumbo a casa, quería ducharme y cambiarme de ropa.
Conducir siempre es
liberador, tener el poder de manejar una mas de acero de varias
toneladas y en el cuál, con el fallo más tonto, podrías vivir tus
últimos momentos.
Pensaba en ello
mientras subí la música y empezó a sonar “My way” de “Fetty
wap ft Monty”. Le pisaba aún más al acelerador cuando conseguí
salir de Sugarcoast y coger la carretera que llevaba a SugarHills. Me
sentí un poco “Toreto” en “Fast and Furious” al adelantar a
alguno que otro coche, cada vez yendo más rápido. Cuando llegue a
la entrada de la ciudad aminore la marcha. Crucé la ciudad hasta
llegar a mi casa, que quedaba al otro lado de la ciudad.
Aparqué y active el
modo yonky andando a casa. Abrí el portal y subí rápidamente las
viejas escaleras hasta el segundo piso. El “203” era mi piso.
Entré, puse música en mi portátil, “Pussy Money Weed” de
“Tommy Cahs”, me encendí un cigarro y para intentar regalarme,
abrí una lata de cerveza y, salí al balcón. Pénse en Mike, que
estaba aún trabajando sin saber que sus mejores amigos le seguirían
está noche porque no se fiaban de él, ¿qué cojones esperaba
descubrir? ¿de verdad no confiaba a en su hermano? Sí, sí confiaba
en él, pero todo era muy raro. En el fondo esperaba seguirle y verle
con la muchacha que le había dicho. Pero algo me decía que iba a
ser así. De repente empezó a sonarme el teléfono. Era Lys. No se
porque me puse nervioso y se me agitó algo en el pecho. Tenía aún
que ducharme e ir a por Karl, no sé si tenía tiempo de cogerlo.
“Excusas John, eso es una excusa” me dijo mi conciencia. -Holaaa-
- Hola.- Me devolvió.- Bueno, ¿qué pasa? ¿Que te cuentas, que
querías?--Nada, que he acabo lo que tenía que hacer de la
universidad y te iba a decir si querías ir a tomar algo, no sé, que
me explicases que me has querido decir en el vestuario.- Poniéndome
aún más nervioso, contesté.- Pue..Pues me pillas liado ahora con
un tema, pero que sí que me encantaría tomar algo, eh, ¿te parece
bien mañana?- - Vale, guay, que mañana libro.--Pues quedamos así,
anda, te dejo, que tengo un poco de prisa.¡Pasa buena noche! Un
abrazooo. - Sí, igualmente, un beso.- Dijo y colgó. Había caído
en la cuenta de que nunca habíamos quedado ella y yo solos fuera del
curro. Intenté no pensar en ella todo el tiempo pero no pude, asique
mientras me duchaba y, después, me vestía con un pantalón de
chándal de “Puma” negro y una camiseta básica de “Calvin
Klein”, pensaba en que le diría mañana. Me calcé con las Asics
Gel blancas y cuando baje, otra vez, por las escaleras del portal y
fui en busca del coche, todavía pensaba en aquello. Cuando me senté
delante del volante y metí la llave, logrando que se encendiera el
motor del coche, decidí que era mejor no pensar en ello, que pasará
lo que tuviera que pasar y que las palabras me saldrían solas
seguramente.
Centrándome en la
noche que tenía por delante conduje hasta que llegue a la puerta de
la modesta casa que tenían los padres de Karl en la urbanización
“Cotton Candy”, en las afueras del Este de SugarHills. Los padres
de Karl, los dos doctores, habían comprado esa casa unos años
atrás. Eran bastante jóvenes y habían tenido a Karl cuando tenían
nuestra edad. Era un misterio cómo Laura y Mathieu, Mat para los
conocidos, habían conseguido conciliar los estudios, el trabajo y un
hijo, pero lo habían hecho. Tal vez por eso Karl era cómo era, un
tío ordenado hasta rayar en lo enfermizo, con muchísima capacidad
de sacrificio para todo. Muchas veces, entre nosotros, decíamos que
si la vida fuera una partida de ajedrez, Karl, siempre tenía pensado
su siguiente movimiento.
Le llamé al
teléfono. -Sal, estoy en la puerta.- - Ya te he visto, ya voy.-. No
tardó mucho en aparecer.- Venga vamos, que tenemos que pasar a
buscar a Paul también.--¿Y eso?--Me llamó para ver que hacía, que
acaba de terminar en el Hotel.--Vale genial, que tenemos que estar
por allí para cuando salga Mike sobre las doce.- -Eso pensé.-
Concluyó Karl. Arranqué y di la vuelta con el coche dirección a
SugarCoast, que quedaba a unos 3 kilómetros de allí. Karl empezó a
liarse un canuto.-Bueno, ¿cuándo me vas a explicar que es lo que
pasa con el bueno de Mike?--Ahora cuando estemos con Paul, ya sabes
que no me gusta repetir las cosas ochenta veces.-Le contesté
mientras pasaba una rotonda a noventa kilómetros /hora-Macho,
relajate que en esa rotonda casi me lo tiras todo.--Es que no es
momento de liarse nada ahora Karl.--¿Desde cuándo no es válido
cualquier momento para liarse un canuto?- Dijo riéndose. Tenía
razón, un canuto siempre iba bien y seguramente ahora más.
Antes de llegar,
Karl, ya se lo había prendido. Aparque cerca de donde Mike tenía
aparcado el coche aquella mañana, que seguía en el mismo sitio. “Ni
si quiera a pasado por casa”, pensé al verlo. Bajamos del coche y
fuimos a un bar que estaba en la misma calle y tenía una terraza en
forma de “L” en la que parte quedaba escondida por el propio
local y no se veía desde la calle a menos que te fijases muy bien,
cobijada por unas cuantas lonas para evitar el sol durante el día.
Nos sentamos en esa parte de la terraza, en la mesa más escondida
que pudimos. Karl avisó por teléfono a Paul, que llegó enseguida
con otro canuto aún más gordo que el de Karl. Vino una camarera,
con cara de pocos amigos aunque bastante guapa , rubia, con el pelo
recogido en una coleta, con la nariz redonda y unos labios finos,
aunque lo más llamativo de su rostro era sus dos grandes ojos
azules verdosos. Llevaba puesto un polo negro con el nombre del bar,
“Los soles”, y una plaquita en la que ponía “Sarah”.-No
podéis fumar eso aquí chicos, lo siento.-- Bueno, ¿Sarah, no?,
¿Nos pones tres jarras de cerveza en lo que nos lo fumamos
fuera?--Vale, pero cuando os vea fuera os las pongo.-- Perfecto.- Y
salimos fuera, fuimos hacía la playa, y nos sentamos a fumar allí.
- Vale John, cuentanos- Y les conté todo, Mike está mañana con Jim
y Richar, Mike y Richar la noche anterior haciendo cómo si no se
conocieran, lo que me había contado Bruce de que no era la primera
vez que les veía juntos a los tres allí, todo. Cuando acabé Karl,
pensativo, se mantuvo callado un momento y Paul dijo.- Bueno bueno,
algo pasa seguro.--Yo también lo creo, ¿pero el qué?-- La cuestión
es que sabemos de esos dos, de Jim y Richar, y no sabemos nada de
ellos. Bueno de Jim que tiene mucha pasta y es un niño de papá un
tanto esquizofrénico.- Por fin hablo Karl.- ¿Esquizofrénico, por
que?- Pregunté pues no sabía porque decía eso y yo nunca lo había
notado. - Una vez lo vi volverse loco en una fiesta de la universidad
y hubo un momento en el que tuvo una movida con un chaval porque
supuestamente “quería matarlo” y lo destrozó con un palo, en
plan psicópata.- Nadie me había contado eso nunca y un escalofrío
me recorrió la espalda. Se hizo el silencio entre nosotros y fumamos
inmersos en el sonido de las olas que rompían en la playa. Un minuto
después de que todos termináramos nuestros respectivos cacharros
Paul rompió el silencio.-¿Y si vamos a por las birras? Lo digo
porque a lo mejor nos ayudan a ver otro punto de vista.--Venga va,
que tengo la boca seca.- Respondí yo, levantándome y sacudiéndome
la arena que se me había quedado en la parte de atrás del pantalón
del chandal.-De todas maneras tenemos que darnos prisa, son las
11:30, deberíamos estar ya subidos en el coche y cerca del hotel
para verlo salir para cuando salga y seguirle por si decide mover el
coche o ir ha algún sitio cerca.--Tienes razón Karl, vamos a darnos
prisa por ir a por las cervezas.- Dijo Paul, después de pegar un
salto para levantarse.
Allí estaban
nuestras jarras de cerveza, ya en la mesa. Me he encendí un cigarro
para acompañarla y , después de soltar el humo, le di un buen
trago. Nos concentremos en beber rápido asique hablamos poco, algún
aviso de Karl sobre la hora y alguna queja de Paul al respecto porque
no podía beber más rápido.-Venga, lo que queda de un trago, que no
le piyamos tíos.-Insistió Karl, pero Paul, un poco ya hasta los
cojones de tanta prisa, le contestó-Joder, mira que eres pesado, la
cerveza está para disfrutarla relajadamente, no con un puto reloj de
cuco al lado dándote la puta brasa.- -Tío, Karl tiene razón, en
tiempos desesperados, medidas desesperadas. No teníamos que habernos
tomado nada desde un principio. ¿Porque coño hemos entrado?- Dije
yo para relajar un poco.-Inercia hermano, inercia.- Me contesto Karl,
que entendió que Paul acaba de salir de trabajar y que quería un
segundo de paz y Paul, que también pareció entender a Karl, empezó
a dar tragos más largos. Cuando terminamos los tres, a la vez,
fuimos a la barra de dentro a pagar. La misma camarera que nos había
atendido, Sarah, nos cobró.-En realidad pensaba que os ibais a
marchar sin pagar. - Nos dijo sonriendo. - Nosotros también lo hemos
pensado al principio, pero con lo maja que has sido al mandarnos
irnos a fumar fuera nos has convencido para que pagásemos.-Le
contestó Karl. Ella se río divertida y se despidió hasta la
próxima.- Sí, hasta la próxima, ten por seguro que volveré aunque
sea yo sólo.- Dijo Karl, mientras se marchaba andando hacía atrás.-
Y sólo te vas a ir, venga tira, pesado.- Le dijo Paul mientras lo
empujaba llevándoselo de allí.
Doce menos diez, ya
estábamos en el coche, con la puerta de la salida del servicio a la
vista, atentos para ver salir a Mike en cualquier momento.-Teníamos
que haber comprado unas patatas fritas o algo.- Dijo Paul.-Ya que
estamos en plan polis, deberíamos actuar cómo ellos.--¿Cómo que
en plan polis?- Le preguntó Karl. -Si tío, cómo policias en
vigilancia, esperando que el caco sospechoso aparezca para llevarnos
a la escena del crimen loco, ¿lo pillas ya o te hago un croquis?-
Parecía que Paul tenía el día espeso.-Te voy a tener que dar un
par de puñetazos al final para que te relajes, eh, pedazo de tonto.-
Karl, al que no le gustaban las faltas de respeto, le amenazó.-Venga,
coño, callaros, ahí sale.- Les corté y cómo por inercia todos
bajamos las cabezas y nos escondimos lo justo para poder ver fuera.-
Creo que va hacia el coche.- Dijo Paul susurrando.-¿Por qué
susurras, payaso?- Le contesto, susurrando también, Karl. -Por la
tensión del momento.- Afirmó Paul, siguiendo el juego mientras
sonreía. -Sois imbéciles.- Dije yo con el tono normal. Conduje,
lentamente tras los pasos de Mike, que no se había dado cuenta de
que estábamos esperándole. Le vimos desde lejos montarse en el
coche y marcharse. Seguía sin habernos visto, creo, cuando cogió la
carretera rumbo a SugarHills. No entró en la ciudad, giro en la
rotonda con 4 salidas, la que indicaban la entrada sur, la que
siempre utilizaban, y dos circunvalaciones que llevaban a la entrada
este y oeste de la ciudad. Mike tomo rumbo al este y nosotros, que
íbamos detrás de 4 coches, le seguimos. Continuó sin meterse en la
ciudad y fue hacia la entrada Norte. Y la paso de largo, internándose
más en la isla, tomando la carretera hacía el norte. “¿A dónde
cojones irá? Pensé yo, concentrado en la carretera, mientras Karl y
Paul debatían hacía donde iba Mike. Ïbamos a unos 100 metros de
él, con dos coche por delante, asi que nos dio tiempo a verle tomar
la salida de la carretera hacia el hipódromo, el cuál llevaba
abandonado nueve o diez años. - Esto cada vez es más raro.-
Dije.-Si tío.- Contestó Karl. -Cómo la tía con la que ha quedado
no le vaya la heroína o follar en sitios abandonados, no lo
entiendo.- Sentenció Paul. Aparcamos el coche a unos quinientos metros de la entrada del hipódromo, en un camino que salía de la carretera que iba del hipódromo hacía una finca cercana donde lo dejamos lo menos a la vista que pudimos . Mike condujo hasta la puerta de las verjas
del hipódromo y, empujándolas, las abrió de par en par. -¿Deberían
tener un candado esas puertas, no?- Preguntó Paul mientras nos
escondíamos en un bosquecillo que había al lado de la carretera, a
unos cincuenta metros . -De hecho hace poco lo tenían, que hace
poco vine aquí a hacer un graffiti con Mike y tuvimos que saltar esa
misma puerta.- Le contestó Karl. Cuando Mike ya había entrado y
cerrado la puerta de la verja dije yo.- Vale, vamos a ver, Karl y yo
vamos a ver que cojones pasa ahí dentro. Tú Paul, ve al coche y
quédate allí, si no hemos vuelto en una hora, llama a la policía.
¿Entendido?- Ha Paul pareció aliviarle esas palabras.-Vale, confiad
en mí.--¿Cómo piensas que entremos John, por la puerta? - Me
preguntó John. - Habrá que hacerlo, ¿no?--No creo que esté
abierta y sin vigilancia, tío. Creo que es mejor buscar un lugar por
el que saltar la verja.--Tienes razón, karl, vamos. Ya sabes Paul,
una hora desde que llegues al coche, ¿de acuerdo?-- Si, John, si.
Cuenta con ello, aunque espero no hacerlo. Karl y yo empezamos a
correr por el bosque y salimos de él. Llegamos a la verja y
empezamos a rodearla hasta que encontramos un sitio por el que
colarnos dentro del recinto del hipódromo. Más mal que bien, pero encontramos un agujero en la verja y pasamos por él sin hacer ruido. Estábamos justamente detrás de las gradas del hipódromo, que quedaba al otro lado del recinto.- Vale, nos separamos, tú
ve por allí y yo por aquí y nos vemos dentro de cuarenta y cinco
minutos otra vez aquí, marchate aunque no aparezca, yo haré lo
mismo. - Dije.-Okey, nos vemos en un rato hermano, ten mucho
cuidado.- Me aconsejó Karl.-Tú también.- Y haciendo nuestro ritual
de saludo o despedida, nos marchamos cada uno en una dirección. El recinto contaba con
tres estructuras: Las gradas, en un lateral de las pistas, que estaban en el medio del recinto, en las que,
hace unos años, competían los caballos, una pequeña casa ubicada cerca de la entrada, en la
cuál se debían hacer las apuestas, y, por último las cuadras al lado del parking de la entrada, la puerta por la que había
entrado Mike.
Mientras que Karl
fue hacía las cuadras, la estructura que le quedaba más cerca. Yo
fui hacía la caseta de las apuestas. Cuando estuve cerca, vi luz
dentro, a través de una ventana pequeña a los pies de la caseta.
“Estarán en el sotano”. Giré mi cabeza hacía el parquing de la
entrada y vi que había tres coche aparte del de Mike. “¿Cuántas
personas habrá ahora mismo en el recinto?”, pensé.
Me agaché junto a
la ventana y vi a Mike, Jim, Richar, sentados juntos delante de una
mesa en la que había dos bolsas de “Adidas” llenas de billetes
pequeños, por los que podía ver desde donde estaba, con dos gorilas
detrás suyos y un hombre al otro lado de la mesa. Detrás del hombre
había otros dos, sentados en un sofá, siguiendo la conversación.-
Asique nos haces venir hasta aquí, para decirnos que te falta seis
mil pavos de lo que nos debes, ¿es así Tom?- Pregunto Jim, a lo que
el hombre del otro lado de la mesa respondió.-Os lo pagaré, de
verdad Jim, Richar. Dadme un poco más de tiempo, es sólo que unos
tipos están tardando en pagarme a mí, hablaré con ellos, os lo
prometo, dentro de poco tendréis el resto.- Richar se miraba las
uñas cómo si no fuera con él el tema. Mike, miraba al frente, cómo
pensando en otra cosa. Jim, se puso de pie y saco del interior de su
americana una pistola, parecía una “H&K
USP Compact”, lo sabía porque me encantaban las pistolas y esa, de
las alemanas, era de mi favoritas. Es una moderna pistola
semiautomática de la casa alemana “Heckel und Roch de
tamaño medio, con un caños de tres pulgadas. Era de las que
utilizaba la policia. - Mira, Tom, las cosas no son tan fáciles cómo
venir aquí y pedir clemencia. Me importa una puta mierda que te
deban dinero o quien te lo deba, ese es tú puto problema, ¿me
entiendes, verdad?- Sonrio mientras se acerba a él, pasando el filo
del cañon de la pistola por la mesa.- La cuestión, Tom, es que me
tenías que devolver quince de los grandes esta noche y te faltan
seis.- Ya a su lado, pasándole el cañon por el cuello a Tom, se
acercó a su oreja a su oreja y le dijo algo en un susurro, a lo que
Tom dijo.- No, por favor Jim, no.--¡No me hagas repetirlo, levantate
de la puta silla y ponte de rodillas, si no te ayudaran mis hombres! ¡Levanta trozo de
mierda!- empezó a gritarle Jim. Los hombres que habían en el sofá
se levantaron e hicieron amagos de cumplir las ordenes que todavía
no les habían dado. Tom, viéndolos, se puso de rodillas el sólo. Jim le
empezó a apuntar.-Bien, Tom, bien. Aunque les pago para algo, ¿no
crees? - Dijo Jim y añadió.- Antonio, Felipe, enseñadle a hacer
las cosas a la primera.- No se lo pensaron y empezaron a darle
puñetazos por todo el cuerpo, evitando la cara. Cuándo Tom calló
al suelo siguieron a patadas.- Venga, ya está, ponedle de rodillas.-Dijo Jim.
Mike y Richar seguían sin mover un músculo. -Sabes, creo que la
gente es más sincera cuándo se le encañona. Abre la boca, Tom, abre la boca y chupa la puta pistola cómo si fuera una polla, Tom.- Y abriéndole la boca a la fuerza, mientras los hombres de Jim, mexicanos diría yo, agarraban a un Tom que no tenía fuerzas para intentar resistirse tras la paliza que le habían dado.-Chupala, eso es, que yo te vea. ¿Cuándo cojones
piensas pagar Tom?¿Sabes que te podría matar aquí mismo no?¿Que
no pasaría absolutamente nada, no? Pero quiero mi dinero de vuelta.
Dime una puta fecha Tom, y deja de llorar, que no somos críos ya,
cojones.-Le sacó la pistola de la boca a Tom para que pudiera contestar, el cuál, entre sollozos y temblando, contestó-No sé, ¿una semana?- Jim, agarrándole del pelo y moviendo la cabeza de Tom cómo una peonza, le gritó- ¡¿enserio me lo estás preguntando a mí Tom?!
¡¿Te estás riendo de mí, Tom? Porque me empieza a dar esa
sensación, joder, y no me gusta que se rían de mí en puta cara.-
Jim, ya cansado de moverle la cabeza a Tom, le puso la pistola entre ceja y ceja.-No, Jim, en dos días, te
pagaré en dos días, lo juro. Buscaré a esos hijos de puta y les
haré pagarme. Te pagaré, ¿me escuchas? Lo haré, Jim, de verdad,
te lo juro.--Muy bien Tom, muy bien..- Dijo Jim, dándole la espalda
a Tom, pero se giró bruscamente y le volvió ha apuntar.- Pero has
sido muy lento.- Y le disparó en una pierna. Tom
empezó a gritar y a sangrar., hasta que se desmayó. Jim,
dirigiéndose a Mike le dijo.-Llevatelo de aquí y déjale en el
puerto de CandyCoast y llama allí a una ambulancia. Si te para algún
policia, dile que vas de mi parte, cómo siempre. Cuándo termines,
vuelve, estaremos aquí jugando al poker`, ¿llamamos a unas putas,
Richar? Prometo no pasarme con ninguna, cómo la última vez.--Yo no
te prometo lo mismo hoy, que ayer no pude follarme a la puta camarera
por culpa de este.- Dijo señalando a Mike.-Le gusta a un colega mío,
no iba a dejar que la destrozases a guantazos mientras la violabas.
No ha ella, tío.- Dijo Mike mientras se levantaba para marcharse y obedecer a Jim.
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