Labios, comas y tricomas. Cap_4


4.-



“-Pero que bien haces los mojitos- - Sólo para ti.- Conocía esa sonrisa. Me gire ciento ochenta grados. Estaba en la playa. Los padres de Mike, en bañador, perseguían, entre risas, a dos chiquillos de unos 7 años por la arena. Esos niños me sonaban de algo. Apareció una ola gigante mientras ellos seguían igual, corriendo y riéndose. Les grite, les intenté avisar y al darme cuenta de que no me escuchaban quise huir yo. Pero no podía mover las piernas, las tenía enterradas hasta las rodillas en la arena de la playa. La ola ya se los había tragado, me tocaba a mí. De repente sólo había oscuridad. -Vive por mi, Johnnathan. Toma, cógelo, sé que cuidaras bien de él. No le hables de... ¡Prométemelo!.-




Me desperté temblando, con una lágrima en la cara. Apagué el despertador. No era la primera vez que escuchaba esa voz en mis sueños, creo que es mi madre, pero podría ser la panadera perfectamente. Me encendí un cigarro. Nunca le he dado importancia. Pero sí era la primera vez que aparecía Lys y su sonrisa. Helen ya se había ido, pero me había escrito su número teléfono con pintalabios en el baño. Mire el número mientras echaba la meada mañanera. Había dormido genial. Preparé café y me hice un par de tostadas con mantequilla para acompañarlo. Desayuné en la mesa de metal del balcón contemplando las vistas y para aprovechar el buen día que hacia, ya totalmente veraniego. La verdad es que no eran tan grandes vistas y ya las había visto mil veces. Desde el balcón sólo se veía la calle, unos cuantos edificios y el patio del colegio “ St. Patrick Public School”. Los niños estaban en el recreo. Algunos jugaban al futbol, otros al pilla-pilla, los más mayores, que tendrían diez u once años, estudiaban para algún examen final. La mayoría se movían y gritaban por el patio sin ningún sentido para mí, era cómo observar a las hormigas cuando destruías el hormiguero, todas locas corriendo de un lado a otro sin saber que es lo que está pasando.

Pensando en que no hace tanto yo era igual preparé las cosas para ducharme. El agua calentita era cómo una droga para mí. “Podría vivir en una bañera llena de agua caliente”, pensé. Me lave los dientes, mientras sonaba “Animals” de “Martin Garrix”. Me vine arriba no, muy arriba. Empecé moviendo el cuello y acabé de pie en el Wc dándolo todo. Cuando acabó la canción volví a la realidad.

Cómo siempre, me encendí otro cigarro cuando salí del portal y me puse las gafas de sol. Esta vez si sabía perfectamente dónde había aparcado. Fui andando, despreocupado. Ya no se escuchaban los gritos de los niños del colegio, o por lo menos yo no los escuchaba ya. Abrí el coche, me senté y metí la llave, esta vez, empezó a sonar el final de la canción de “Memphis Depay - No love”.

Conduje entre las calles de la bulliciosa ciudad que era SugarHills, en la que se empezaba a notar que cada vez había más turistas. Los autobuses iban casi llenos, el trafico era abundante y distintas personas, con más o menos prisa por llegar a sus destinos, recorrían las aceras del centro de la ciudad.

Salí de la ciudad tomando la carretera del sur, hacia SugarCoast. Cuando estaba llegando al hotel vi el coche de Mike aparcado cerca. Me pareció raro, pues Mike hoy tenia el turno partido y se suponía que hace una hora que había acabado el primero. Di la vuelta al hotel y aparque cerca de la playa, que quedaba a cien metros, más o menos, de la entrada al aparcamiento que había justo antes de llegar a la puerta del hotel. Iba bastante bien de tiempo, así que pase antes a beberme una cerveza fresquita a uno de los restaurantes que habían cerca del Hotel. “Restaurante La brisa” rezaba el luminoso.

Ya conocía aquel restaurante, que contaba con un bar aparte que estaba abierto a la playa. Entré directamente por la puerta que daba al bar, el cuál estaba a casi lleno. Me acerque a la barra y espere a que algún camarero se fijara en mí. Al cabo de unos minutos, que se me hicieron eternos, uno de ellos, con la piel clara y los ojos oscuros debajo de unas cejas espesas y oscuras que contrastaban con su pelo rubio peinado hacia atrás. -¿Que quería, caballero?-- Una jarra de cerveza y no hace falta que seas tan formal, tenemos la misma edad y trabajo aquí al lado.--Ya sabes entonces, protocolo colega. Ahora mismo te pongo la cerveza.- Dijo con una sonrisa que no se yo si no formaría parte de sus “protocolos”, pero la verdad es que trajo la jarra llena con la cerveza muy bien tirada, con su espuma de sólo dos dedos. Y eso es importante, en muchos sitios te estafan poniendo mogollón de espuma y para mi eso es un robo, la cerveza tiene que tener dos dedos de espuma, ni más ni menos. Le di las gracias mientras le daba dinero para que se cobrará. Yo siempre solía bastante dinero encima, la vida me ha demostrado que nunca sabes cuando lo puedes necesitar. Caminaba a la playa cuando los vi. Mike estaba con Jim y con Richar sentados en una mesa a pie de playa, tomando wiskey y fumando un habano. Me pareció muy raro, ¿desde cuando Mike quedaba con Jim para tomarse algo? Nunca me había comentado nada y Mike no era de los que ocultaban cosas, y menos a mí. Aparte, ¿qué pintaba Richar allí?¿De que se conocían..? Richar. Caí en ese momento, el socio de Jim se llamaba Richar y ya se donde lo había visto antes. Lo había visto hablando con Mike una sola vez en “La primera”, hace ya bastante tiempo. Volví a la barra con la mosca detrás de la oreja, quería saber de que cojones hablaban y porque Mike y Richar la noche anterior se habían presentado cómo si no se conocieran de nada. Llamé al camarero de las cejas pobladas, que ahora estaba fuera de la barra limpiando algunas mesas.-¿Cómo te llamas tío?--Bruce, ¿y tú?--Encantado Bruce, yo me llamo John.- Nos dimos la mano.-Necesito un favor Bruce, ponte aquí.-Le coloqué de cara a la playa para que pudiera ver a Mike, Jim y Richar, y saque de la cartera un billete de veinte al Bruce se quedó mirando. -¿Ves a esos tres, los de los habanos?¿Suelen venir por aquí los tres juntos?--No vienen mucho pero siempre que vienen, vienen juntos.- Bruce había entendido el juego. Le di el billete y saque dos de cincuenta.-Vale, Bruce, voy a volver está noche y me gustaría saber algo de lo que hablan esos tres y ahora mismo tengo prisa, ¿podrías enterarte de algo accidentalmente mientras limpias las mesas?-Dije jugando con los dos billetes entre las manos.-Por supuesto, John- Guarde de nuevo los billetes en la cartera y le di la mano a la vez que le dije.- Nos vemos esta noche entonces.--Genial.- Contesto mientras sonreía y me daba la mano.

Cuando entré en el hotel por la puerta del servicio estaba empezando a pensar en que me había venido arriba con Bruce. ¿Desde cuando sobornaba a gente por información acerca de mi mejor amigo? Empecé a pensar que estaba siendo tonto, que seguro que tenía alguna explicación. Pero, entonces, ¿por qué me lo habría ocultado Mike? Estaba cruzando el pasillo del servició, camino al bar, cuando, por el otro extremo del pasillo, apareció Lys. Me acordé de que había soñado con ella y, por primera vez, verla me puso incómodo, pues sabía que tenía que decirle algo, invitarla a salir, algo.- Hola, ¿entras ahora? Yo hoy salgo antes, que le he pedido permiso a Doc, tengo que solucionar unas cosas en la universidad, ah, por cierto, ¿que te parecieron mis amigas?¿Eran guapas, eh?¿Te gusto alguna?- Me puse nervioso ante ese interrogatorio.-Quieta, para, para, No te montes películas. Además, ¿tanto te importa?- Conteste intentando no mentirla y evadir sus preguntas. Además, en el fondo me gustaba que le importase. Ella se puso un poco roja. En ese momento lo recordé, casi se me olvidaba de que Mike ayer se quedó con ella y con Richar, a lo mejor hablaron de algo que me pueda dar alguna explicación. -Me importa porque son muy buenas chicas, no me las corrompáis, eh.- “Un poco tarde.” pensé.- Nada, tranquila, si están con nosotros, están en buenas manos.- Me puse un poco serio.- Y tú qué, ¿cómo fue tu “cita”? ¿Qué tal se porto Mike?- -Ah, si. Bien, la verdad. Se fue tras terminarse la copa y ha Richar lo llamaron y se tuvo que ir, así que la mi cita no fue tan bien. Tampoco me estaba cayendo bien, no sé, tiene algo que me hace desconfiar de él.- - ¿Verdad? Me pasó lo mismo anoche..- Se abrió la puerta.- Hombre, si estás aquí. Venga Romeo, tira para el chiringo, que ya te iba a llamar por teléfono para saber donde estabas que ya son la una y cinco. Y tú, Julieta, ¿no te tenías que ir a resolver no se que mierda en la universidad? Pues si te veo en dos minutos por aquí te pongo a trabajar, así que ale, marchando.- Dijo Doc al descubrirnos a los dos apoyados, frente a frente, en una de las paredes del pasillo. Me gustó lo de Romeo y Julieta.- Ya voy Doc.--Si, es verdad Doc, me voy.- Doc salió, renegando, hacia el chiringo y yo detrás de él, pero antes se me ocurrió algo que decirle a Lys. Así que volví hacia la puerta que daba al pasillo y la abrí.- Lyyyyyyys, eh, Lyyyyyyys.- Dije medio gritando medio susurrando. - Jooooonh, dime.- me devolvió el grito-susurro Lys, sacando la cabeza por la puerta de los vestuarios. Me acerque sonriendo.- Para, que estoy casi desnuda, John.- Joder, se me puso el corazón a cien al escuchar eso.- Sólo quería decirte que anoche soñé con tu sonrisa y que hoy me he levantado con ganas de volver a verla.- Jaque. Me fui sin decir nada más y también sin saber lo que pensaba ella que sólo me miró perpleja.

Tras eso, afronté el día con alegría, esperando que llegarán las ocho para que Mike volviera al curro. Con lo que me dijo Lys, estoy casi seguro de que Richar y Mike también estuvieron juntos ayer por la noche y yo no conseguía entender porqué. Las horas pasaron rápido, sin mucho trabajo pues, como el día anterior, la mayoría de los clientes se habían ido a la playa. A las siete y media de la tarde ya estaba abierto el comedor y los clientes más puntuales bajaban ya a cenar, sobretodo eran personas mayores. Todavía no eran las ocho cuando Mike ya estaba con nosotros en el comedor. Estaba serio, aunque conmigo intentaba disimular, se le notaba a la legua que algo le rondaba la cabeza. -¿Que te pasa tío, estas bien? Te veo serio.- - No estoy serio, me duele bastante el estómago, sólo eso.- Me corto tajante. - Vale colega, estás que muerdes.- Le contesté, poniéndome serio. Sonrió.-Lo siento tío, el dolor de estomago me pone de mala leche.- - Te entiendo, no te preocupes.- -Venga John, ahora no te hagas el digno conmigo. Sólo es eso, ¿vale?- Me revolvió el pelo sabiendo que yo odiaba que hiciera eso. -Quita, pesao.- le aparté la mano de mi cabeza, sonriendo está vez, y le dije. -Vamos a centrarnos en el curro y después, si tienes cuerpo, vamos a “La primera” a tomar algo.--Que va tío, he quedado con una muchacha después.-Estaba decidido, después iba a llamar a Karl para que me acompañara a seguir a Mike. Podía parecer muy enfermizo, pero si Mike era capaz de mentirme también tenía que ser por una razón suficientemente importante. - Joder eh, que bien calladito te lo tenías. Que bien maquinas en las sombras, campeón. ¿La conocemos? ¿No trabajará en el hotel, no? - Intervino Fill.- No, no la conocéis. ¿Ves por que nunca digo nada, John? Sois una panda de pequeñas y asquerosas babosas.- -¿Pero que cojones hacéis ahí los tres de tertulia?- Nos dijo incrédulo por la escena Doc. Fill, que no entendió que no hacia falta responder a esa pregunta le contesto.-Nada, que Mike se ha enamorado de alguien del hotel y no nos quiere decir quién.- Ha Doc se le notó el brillo en los ojos tras escuchar, lo que para que él era, un notición informativo.-¿Pero cómo puedes ser tan hijo de…?- - ¡Mike! Un palabra más y te despido. Venga coño, ha trabajar, ya hablaremos los cuatro en otro momento de todo esto. Mike, inspiro, y soltó pesadamente el aire mientras debió aceptar que iba a ser la comidilla del hotel durante un tiempo.
-Eso por lo de la nariz.- Me dijo Fill medio riéndose.

Nos pusimos a trabajar y la hora y medía que me quedaba se paso volando. Ya habíamos terminado de colocar el comedor cuando, antes de irme, me despedí de Mike, que era el que se había quedado conmigo colocando el comedor.- ¿Sales a las doce, no? Ya no te queda nada. Ya me contarás que tal con la chavala misteriosa.- Le dije mientras dábamos, los dos con la mano derecha, dos aplausos seguidos de un choque del hombro derecho, cómo siempre hacíamos al saludarnos o despedirnos con nuestros colegas.- Si, ya te contaré, no te preocupes. Voy a ver arder a los viejecillos anda, que hoy tenemos el “Festival del fuego”, suena bien, ¿eh?. Bueno, chao pescao. Descansa hermano.- Sonrió.- Hasta mañana, hermano.- No le devolví la sonrisa y abrí la puerta del pasillo del servicio, el cuál cruce andando más rápido que un yonky cuando consigue dinero para ir a ver al camello y seguí andando a esa velocidad hasta que llegué a mi fiel corcel. Llamé a Karl por teléfono. “Cógelo, cabrón.” Nada, no lo cogía, volví a intentarlo. “Vamos, vamos.” Nada otra vez. Cuando iba a volver a intentarlo, cómo si fuera un sanitario intentando reanimar un cadáver, empezó a sonar mi teléfono. Era él. - Dime loco, estaba cagando.--Me lo estaba imaginando.- Mentí, pero porque en otra circunstancia me lo habría imaginado.-¿Puedes quedar ahora tío? Es importante, es sobre Mike, anda muy raro y he descubierto unas cuantas cosas bastante sospechosas, aunque no sé de qué, pero muy sospechosas. ¿Puedes?- - Estaba estudiando hermano, que ando a tope con lo de la universidad, ya sabes loco.-- Venga tío..--Joder, macho, venga, vente a buscarme, pero tío después no me líes hasta muy tarde, que nos conocemos John.--Ya te digo que es importante, ya verás, cabezón. En un rato estoy allí, te llamo y bajas.--Joder, ahora haber que le explico a mis padres para salir ahora, macho, las que liáis.- Los padre de Karl no sabían muy bien a que se dedicaba su hijo cuando salía por ahí, por lo menos de primera mano. No sabían ni que fumaba, ni muchas de nuestras salvajadas.
- Tranquilo, algo se te ocurrirá seguro, que eres un tío inteligente. Venga, nos vemos ahora.- -Venga.-

Me acordé de Bruce y decidí que a lo mejor valía la pena ir a verle, pero, cuando llegué al restaurante “La Brisa” y pregunté por él, me dijeron que se había marchado unos diez minutos antes. “Cíen pavos que me ahorro, además, creo que tampoco me iba a solucionar nada.” Pensé y volví al coche, otra vez modo yonky activado. Esta vez lo arranque y puse rumbo a casa, quería ducharme y cambiarme de ropa.

Conducir siempre es liberador, tener el poder de manejar una mas de acero de varias toneladas y en el cuál, con el fallo más tonto, podrías vivir tus últimos momentos.
Pensaba en ello mientras subí la música y empezó a sonar “My way” de “Fetty wap ft Monty”. Le pisaba aún más al acelerador cuando conseguí salir de Sugarcoast y coger la carretera que llevaba a SugarHills. Me sentí un poco “Toreto” en “Fast and Furious” al adelantar a alguno que otro coche, cada vez yendo más rápido. Cuando llegue a la entrada de la ciudad aminore la marcha. Crucé la ciudad hasta llegar a mi casa, que quedaba al otro lado de la ciudad.

Aparqué y active el modo yonky andando a casa. Abrí el portal y subí rápidamente las viejas escaleras hasta el segundo piso. El “203” era mi piso. Entré, puse música en mi portátil, “Pussy Money Weed” de “Tommy Cahs”, me encendí un cigarro y para intentar regalarme, abrí una lata de cerveza y, salí al balcón. Pénse en Mike, que estaba aún trabajando sin saber que sus mejores amigos le seguirían está noche porque no se fiaban de él, ¿qué cojones esperaba descubrir? ¿de verdad no confiaba a en su hermano? Sí, sí confiaba en él, pero todo era muy raro. En el fondo esperaba seguirle y verle con la muchacha que le había dicho. Pero algo me decía que iba a ser así. De repente empezó a sonarme el teléfono. Era Lys. No se porque me puse nervioso y se me agitó algo en el pecho. Tenía aún que ducharme e ir a por Karl, no sé si tenía tiempo de cogerlo. “Excusas John, eso es una excusa” me dijo mi conciencia. -Holaaa- - Hola.- Me devolvió.- Bueno, ¿qué pasa? ¿Que te cuentas, que querías?--Nada, que he acabo lo que tenía que hacer de la universidad y te iba a decir si querías ir a tomar algo, no sé, que me explicases que me has querido decir en el vestuario.- Poniéndome aún más nervioso, contesté.- Pue..Pues me pillas liado ahora con un tema, pero que sí que me encantaría tomar algo, eh, ¿te parece bien mañana?- - Vale, guay, que mañana libro.--Pues quedamos así, anda, te dejo, que tengo un poco de prisa.¡Pasa buena noche! Un abrazooo. - Sí, igualmente, un beso.- Dijo y colgó. Había caído en la cuenta de que nunca habíamos quedado ella y yo solos fuera del curro. Intenté no pensar en ella todo el tiempo pero no pude, asique mientras me duchaba y, después, me vestía con un pantalón de chándal de “Puma” negro y una camiseta básica de “Calvin Klein”, pensaba en que le diría mañana. Me calcé con las Asics Gel blancas y cuando baje, otra vez, por las escaleras del portal y fui en busca del coche, todavía pensaba en aquello. Cuando me senté delante del volante y metí la llave, logrando que se encendiera el motor del coche, decidí que era mejor no pensar en ello, que pasará lo que tuviera que pasar y que las palabras me saldrían solas seguramente.

Centrándome en la noche que tenía por delante conduje hasta que llegue a la puerta de la modesta casa que tenían los padres de Karl en la urbanización “Cotton Candy”, en las afueras del Este de SugarHills. Los padres de Karl, los dos doctores, habían comprado esa casa unos años atrás. Eran bastante jóvenes y habían tenido a Karl cuando tenían nuestra edad. Era un misterio cómo Laura y Mathieu, Mat para los conocidos, habían conseguido conciliar los estudios, el trabajo y un hijo, pero lo habían hecho. Tal vez por eso Karl era cómo era, un tío ordenado hasta rayar en lo enfermizo, con muchísima capacidad de sacrificio para todo. Muchas veces, entre nosotros, decíamos que si la vida fuera una partida de ajedrez, Karl, siempre tenía pensado su siguiente movimiento.
Le llamé al teléfono. -Sal, estoy en la puerta.- - Ya te he visto, ya voy.-. No tardó mucho en aparecer.- Venga vamos, que tenemos que pasar a buscar a Paul también.--¿Y eso?--Me llamó para ver que hacía, que acaba de terminar en el Hotel.--Vale genial, que tenemos que estar por allí para cuando salga Mike sobre las doce.- -Eso pensé.- Concluyó Karl. Arranqué y di la vuelta con el coche dirección a SugarCoast, que quedaba a unos 3 kilómetros de allí. Karl empezó a liarse un canuto.-Bueno, ¿cuándo me vas a explicar que es lo que pasa con el bueno de Mike?--Ahora cuando estemos con Paul, ya sabes que no me gusta repetir las cosas ochenta veces.-Le contesté mientras pasaba una rotonda a noventa kilómetros /hora-Macho, relajate que en esa rotonda casi me lo tiras todo.--Es que no es momento de liarse nada ahora Karl.--¿Desde cuándo no es válido cualquier momento para liarse un canuto?- Dijo riéndose. Tenía razón, un canuto siempre iba bien y seguramente ahora más.

Antes de llegar, Karl, ya se lo había prendido. Aparque cerca de donde Mike tenía aparcado el coche aquella mañana, que seguía en el mismo sitio. “Ni si quiera a pasado por casa”, pensé al verlo. Bajamos del coche y fuimos a un bar que estaba en la misma calle y tenía una terraza en forma de “L” en la que parte quedaba escondida por el propio local y no se veía desde la calle a menos que te fijases muy bien, cobijada por unas cuantas lonas para evitar el sol durante el día. Nos sentamos en esa parte de la terraza, en la mesa más escondida que pudimos. Karl avisó por teléfono a Paul, que llegó enseguida con otro canuto aún más gordo que el de Karl. Vino una camarera, con cara de pocos amigos aunque bastante guapa , rubia, con el pelo recogido en una coleta, con la nariz redonda y unos labios finos, aunque lo más llamativo de su rostro era sus dos grandes ojos azules verdosos. Llevaba puesto un polo negro con el nombre del bar, “Los soles”, y una plaquita en la que ponía “Sarah”.-No podéis fumar eso aquí chicos, lo siento.-- Bueno, ¿Sarah, no?, ¿Nos pones tres jarras de cerveza en lo que nos lo fumamos fuera?--Vale, pero cuando os vea fuera os las pongo.-- Perfecto.- Y salimos fuera, fuimos hacía la playa, y nos sentamos a fumar allí. - Vale John, cuentanos- Y les conté todo, Mike está mañana con Jim y Richar, Mike y Richar la noche anterior haciendo cómo si no se conocieran, lo que me había contado Bruce de que no era la primera vez que les veía juntos a los tres allí, todo. Cuando acabé Karl, pensativo, se mantuvo callado un momento y Paul dijo.- Bueno bueno, algo pasa seguro.--Yo también lo creo, ¿pero el qué?-- La cuestión es que sabemos de esos dos, de Jim y Richar, y no sabemos nada de ellos. Bueno de Jim que tiene mucha pasta y es un niño de papá un tanto esquizofrénico.- Por fin hablo Karl.- ¿Esquizofrénico, por que?- Pregunté pues no sabía porque decía eso y yo nunca lo había notado. - Una vez lo vi volverse loco en una fiesta de la universidad y hubo un momento en el que tuvo una movida con un chaval porque supuestamente “quería matarlo” y lo destrozó con un palo, en plan psicópata.- Nadie me había contado eso nunca y un escalofrío me recorrió la espalda. Se hizo el silencio entre nosotros y fumamos inmersos en el sonido de las olas que rompían en la playa. Un minuto después de que todos termináramos nuestros respectivos cacharros Paul rompió el silencio.-¿Y si vamos a por las birras? Lo digo porque a lo mejor nos ayudan a ver otro punto de vista.--Venga va, que tengo la boca seca.- Respondí yo, levantándome y sacudiéndome la arena que se me había quedado en la parte de atrás del pantalón del chandal.-De todas maneras tenemos que darnos prisa, son las 11:30, deberíamos estar ya subidos en el coche y cerca del hotel para verlo salir para cuando salga y seguirle por si decide mover el coche o ir ha algún sitio cerca.--Tienes razón Karl, vamos a darnos prisa por ir a por las cervezas.- Dijo Paul, después de pegar un salto para levantarse.

Allí estaban nuestras jarras de cerveza, ya en la mesa. Me he encendí un cigarro para acompañarla y , después de soltar el humo, le di un buen trago. Nos concentremos en beber rápido asique hablamos poco, algún aviso de Karl sobre la hora y alguna queja de Paul al respecto porque no podía beber más rápido.-Venga, lo que queda de un trago, que no le piyamos tíos.-Insistió Karl, pero Paul, un poco ya hasta los cojones de tanta prisa, le contestó-Joder, mira que eres pesado, la cerveza está para disfrutarla relajadamente, no con un puto reloj de cuco al lado dándote la puta brasa.- -Tío, Karl tiene razón, en tiempos desesperados, medidas desesperadas. No teníamos que habernos tomado nada desde un principio. ¿Porque coño hemos entrado?- Dije yo para relajar un poco.-Inercia hermano, inercia.- Me contesto Karl, que entendió que Paul acaba de salir de trabajar y que quería un segundo de paz y Paul, que también pareció entender a Karl, empezó a dar tragos más largos. Cuando terminamos los tres, a la vez, fuimos a la barra de dentro a pagar. La misma camarera que nos había atendido, Sarah, nos cobró.-En realidad pensaba que os ibais a marchar sin pagar. - Nos dijo sonriendo. - Nosotros también lo hemos pensado al principio, pero con lo maja que has sido al mandarnos irnos a fumar fuera nos has convencido para que pagásemos.-Le contestó Karl. Ella se río divertida y se despidió hasta la próxima.- Sí, hasta la próxima, ten por seguro que volveré aunque sea yo sólo.- Dijo Karl, mientras se marchaba andando hacía atrás.- Y sólo te vas a ir, venga tira, pesado.- Le dijo Paul mientras lo empujaba llevándoselo de allí.

Doce menos diez, ya estábamos en el coche, con la puerta de la salida del servicio a la vista, atentos para ver salir a Mike en cualquier momento.-Teníamos que haber comprado unas patatas fritas o algo.- Dijo Paul.-Ya que estamos en plan polis, deberíamos actuar cómo ellos.--¿Cómo que en plan polis?- Le preguntó Karl. -Si tío, cómo policias en vigilancia, esperando que el caco sospechoso aparezca para llevarnos a la escena del crimen loco, ¿lo pillas ya o te hago un croquis?- Parecía que Paul tenía el día espeso.-Te voy a tener que dar un par de puñetazos al final para que te relajes, eh, pedazo de tonto.- Karl, al que no le gustaban las faltas de respeto, le amenazó.-Venga, coño, callaros, ahí sale.- Les corté y cómo por inercia todos bajamos las cabezas y nos escondimos lo justo para poder ver fuera.- Creo que va hacia el coche.- Dijo Paul susurrando.-¿Por qué susurras, payaso?- Le contesto, susurrando también, Karl. -Por la tensión del momento.- Afirmó Paul, siguiendo el juego mientras sonreía. -Sois imbéciles.- Dije yo con el tono normal. Conduje, lentamente tras los pasos de Mike, que no se había dado cuenta de que estábamos esperándole. Le vimos desde lejos montarse en el coche y marcharse. Seguía sin habernos visto, creo, cuando cogió la carretera rumbo a SugarHills. No entró en la ciudad, giro en la rotonda con 4 salidas, la que indicaban la entrada sur, la que siempre utilizaban, y dos circunvalaciones que llevaban a la entrada este y oeste de la ciudad. Mike tomo rumbo al este y nosotros, que íbamos detrás de 4 coches, le seguimos. Continuó sin meterse en la ciudad y fue hacia la entrada Norte. Y la paso de largo, internándose más en la isla, tomando la carretera hacía el norte. “¿A dónde cojones irá? Pensé yo, concentrado en la carretera, mientras Karl y Paul debatían hacía donde iba Mike. Ïbamos a unos 100 metros de él, con dos coche por delante, asi que nos dio tiempo a verle tomar la salida de la carretera hacia el hipódromo, el cuál llevaba abandonado nueve o diez años. - Esto cada vez es más raro.- Dije.-Si tío.- Contestó Karl. -Cómo la tía con la que ha quedado no le vaya la heroína o follar en sitios abandonados, no lo entiendo.- Sentenció Paul. Aparcamos el coche a unos quinientos metros de la entrada del hipódromo, en un camino que salía de la carretera que iba del hipódromo hacía una finca cercana donde lo dejamos lo menos a la vista que pudimos . Mike condujo hasta la puerta de las verjas del hipódromo y, empujándolas, las abrió de par en par. -¿Deberían tener un candado esas puertas, no?- Preguntó Paul mientras nos escondíamos en un bosquecillo que había al lado de la carretera, a unos cincuenta metros . -De hecho hace poco lo tenían, que hace poco vine aquí a hacer un graffiti con Mike y tuvimos que saltar esa misma puerta.- Le contestó Karl. Cuando Mike ya había entrado y cerrado la puerta de la verja dije yo.- Vale, vamos a ver, Karl y yo vamos a ver que cojones pasa ahí dentro. Tú Paul, ve al coche y quédate allí, si no hemos vuelto en una hora, llama a la policía. ¿Entendido?- Ha Paul pareció aliviarle esas palabras.-Vale, confiad en mí.--¿Cómo piensas que entremos John, por la puerta? - Me preguntó John. - Habrá que hacerlo, ¿no?--No creo que esté abierta y sin vigilancia, tío. Creo que es mejor buscar un lugar por el que saltar la verja.--Tienes razón, karl, vamos. Ya sabes Paul, una hora desde que llegues al coche, ¿de acuerdo?-- Si, John, si. Cuenta con ello, aunque espero no hacerlo. Karl y yo empezamos a correr por el bosque y salimos de él. Llegamos a la verja y empezamos a rodearla hasta que encontramos un sitio por el que colarnos dentro del recinto del hipódromo. Más mal que bien, pero encontramos un agujero en la verja  y pasamos por él sin hacer ruido. Estábamos justamente detrás de las gradas del hipódromo, que quedaba al otro lado del recinto.- Vale, nos separamos, tú ve por allí y yo por aquí y nos vemos dentro de cuarenta y cinco minutos otra vez aquí, marchate aunque no aparezca, yo haré lo mismo. - Dije.-Okey, nos vemos en un rato hermano, ten mucho cuidado.- Me aconsejó Karl.-Tú también.- Y haciendo nuestro ritual de saludo o despedida, nos marchamos cada uno en una dirección. El recinto contaba con tres estructuras: Las gradas, en un lateral de las pistas, que estaban en el medio del recinto, en las que, hace unos años, competían los caballos, una pequeña casa ubicada cerca de la entrada, en la cuál se debían hacer las apuestas, y, por último las cuadras al lado del parking de la entrada, la puerta por la que había entrado Mike.

Mientras que Karl fue hacía las cuadras, la estructura que le quedaba más cerca. Yo fui hacía la caseta de las apuestas. Cuando estuve cerca, vi luz dentro, a través de una ventana pequeña a los pies de la caseta. “Estarán en el sotano”. Giré mi cabeza hacía el parquing de la entrada y vi que había tres coche aparte del de Mike. “¿Cuántas personas habrá ahora mismo en el recinto?”, pensé.
Me agaché junto a la ventana y vi a Mike, Jim, Richar, sentados juntos delante de una mesa en la que había dos bolsas de “Adidas” llenas de billetes pequeños, por los que podía ver desde donde estaba, con dos gorilas detrás suyos y un hombre al otro lado de la mesa. Detrás del hombre había otros dos, sentados en un sofá, siguiendo la conversación.- Asique nos haces venir hasta aquí, para decirnos que te falta seis mil pavos de lo que nos debes, ¿es así Tom?- Pregunto Jim, a lo que el hombre del otro lado de la mesa respondió.-Os lo pagaré, de verdad Jim, Richar. Dadme un poco más de tiempo, es sólo que unos tipos están tardando en pagarme a mí, hablaré con ellos, os lo prometo, dentro de poco tendréis el resto.- Richar se miraba las uñas cómo si no fuera con él el tema. Mike, miraba al frente, cómo pensando en otra cosa. Jim, se puso de pie y saco del interior de su americana una pistola, parecía una “H&K USP Compact”, lo sabía porque me encantaban las pistolas y esa, de las alemanas, era de mi favoritas. Es una moderna pistola semiautomática de la casa alemana “Heckel und Roch de tamaño medio, con un caños de tres pulgadas. Era de las que utilizaba la policia. - Mira, Tom, las cosas no son tan fáciles cómo venir aquí y pedir clemencia. Me importa una puta mierda que te deban dinero o quien te lo deba, ese es tú puto problema, ¿me entiendes, verdad?- Sonrio mientras se acerba a él, pasando el filo del cañon de la pistola por la mesa.- La cuestión, Tom, es que me tenías que devolver quince de los grandes esta noche y te faltan seis.- Ya a su lado, pasándole el cañon por el cuello a Tom, se acercó a su oreja a su oreja y le dijo algo en un susurro, a lo que Tom dijo.- No, por favor Jim, no.--¡No me hagas repetirlo, levantate de la puta silla y ponte de rodillas, si no te ayudaran mis hombres! ¡Levanta trozo de mierda!- empezó a gritarle Jim. Los hombres que habían en el sofá se levantaron e hicieron amagos de cumplir las ordenes que todavía no les habían dado. Tom, viéndolos, se puso de rodillas el sólo. Jim le empezó a apuntar.-Bien, Tom, bien. Aunque les pago para algo, ¿no crees? - Dijo Jim y añadió.- Antonio, Felipe, enseñadle a hacer las cosas a la primera.- No se lo pensaron y empezaron a darle puñetazos por todo el cuerpo, evitando la cara. Cuándo Tom calló al suelo siguieron a patadas.- Venga, ya está, ponedle de rodillas.-Dijo Jim. Mike y Richar seguían sin mover un músculo. -Sabes, creo que la gente es más sincera cuándo se le encañona. Abre la boca, Tom, abre la boca y chupa la puta pistola cómo si fuera una polla, Tom.- Y abriéndole la boca a la fuerza, mientras los hombres de Jim, mexicanos diría yo, agarraban a un Tom que no tenía fuerzas para intentar resistirse tras la paliza que le habían dado.-Chupala, eso es, que yo te vea. ¿Cuándo cojones piensas pagar Tom?¿Sabes que te podría matar aquí mismo no?¿Que no pasaría absolutamente nada, no? Pero quiero mi dinero de vuelta. Dime una puta fecha Tom, y deja de llorar, que no somos críos ya, cojones.-Le sacó la pistola de la boca a Tom para que pudiera contestar, el cuál, entre sollozos y temblando, contestó-No sé, ¿una semana?- Jim, agarrándole del pelo y moviendo la cabeza de Tom cómo una peonza, le gritó- ¡¿enserio me lo estás preguntando a mí Tom?! ¡¿Te estás riendo de mí, Tom? Porque me empieza a dar esa sensación, joder, y no me gusta que se rían de mí en puta cara.- Jim, ya cansado de moverle la cabeza a Tom, le puso la pistola entre ceja y ceja.-No, Jim, en dos días, te pagaré en dos días, lo juro. Buscaré a esos hijos de puta y les haré pagarme. Te pagaré, ¿me escuchas? Lo haré, Jim, de verdad, te lo juro.--Muy bien Tom, muy bien..- Dijo Jim, dándole la espalda a Tom, pero se giró bruscamente y le volvió ha apuntar.- Pero has sido muy lento.- Y le disparó en una pierna. Tom empezó a gritar y a sangrar., hasta que se desmayó. Jim, dirigiéndose a Mike le dijo.-Llevatelo de aquí y déjale en el puerto de CandyCoast y llama allí a una ambulancia. Si te para algún policia, dile que vas de mi parte, cómo siempre. Cuándo termines, vuelve, estaremos aquí jugando al poker`, ¿llamamos a unas putas, Richar? Prometo no pasarme con ninguna, cómo la última vez.--Yo no te prometo lo mismo hoy, que ayer no pude follarme a la puta camarera por culpa de este.- Dijo señalando a Mike.-Le gusta a un colega mío, no iba a dejar que la destrozases a guantazos mientras la violabas. No ha ella, tío.- Dijo Mike mientras se levantaba para marcharse y obedecer a Jim.

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