Labios, copas y tricomas. Cap_1



Sonó el móvil, era Dany. - Jonh, hermano, ¿qué tal estás? Te iba a decir... puedes venir a un garito que se llama “El mal querer”, está en las afueras, sé que es tarde tío, pero es importante. - Si que es tarde, estoy en mi piso en plan tirado, pero si dices que es importante y que me necesitas, voy. - Le dije en plan de broma, estaba deseando salir. - Voy ya para allá, ¿has llamado a estos para que vayan?, ¿Dónde dices que está el garito? - Sí, les llame, Mike y Karl dijeron que vendrían, que estaban juntos, los demás estaban ocupados. Ah, y el garito está al lado del parque Folk, ya sabes, en las afueras, carretera al hipódromo. Mike ya sabía cuál era, pensaba que tú también. - Vale, daré una vuelta por la zona para encontrarlo, no te preocupes.

Me puse las zapatillas, unas “Asics Gel” blancas recién estrenadas, y sin peinarme siquiera bajé a la calle, y fui a buscar mi coche. No era una gran cosa, un Citroen Saxo color plateado, pero era mi fiel corcel, me llevaba y me traía a salvo, no podía pedirle más.

Conduje rápido, pero no nervioso, la ciudad estaba tranquila, era lunes por la noche y no suele haber tráfico a estas horas. Iba fumando, tranquilo, pensando en por qué Dany habría ido a aquel garito tan lejano, cuando siempre vamos al mismo, ,fielmente, casi todos los días. “La primera”. Ya era como nuestro segundo o tercer hogar, es “nuestro garito”, como nos gusta decir, y ya conocemos a todo el mundo allí: Alice y Dana, las camareras, Tom, de Dj y todos los que suelen ir por allí ya nos conocen. No sé por qué no ha ido allí esta noche.

Más o menos me imaginaba por qué nos había llamado Dany esa noche, habría discutido con sus padres o entre ellos. Esa familia era una locura y él a sus diecisiete años ya había vivido más que muchos.

Ya estaba llegando al parque Folk, vallado y oscuro. Pasé enfrente de la puerta principal, en la cuál había un par de putas, seguramente, que no habían conseguido aún subirse a ningún coche o se acaban de bajar de uno. Crucé a la izquierda y me metí por una calle que estaba bastante oscura y vacía, giré a la derecha y volví a girar a la derecha, dirección al parque otra vez.

Lo encontré y aparqué justo en frente.

El mal querer, Pub”, uno de esos tugurios de mala muerte a las afueras en el que mujeres, ya no tan atractivas ni jóvenes, buscan comerse la bolsa de algún triste y simplón borracho. “El mal querer Pub”, dictaba un rótulo de luces de colores que señalaba la entrada. Al lado había un chino 24horas que hacía esquina, la cual al cruzarla daba al parque Folk que estaría lleno, a esas horas, de putas y yonkys. De hecho, ya estaban en la puerta del garito. Entré sin mirar a nadie, no había portero.

Allí estaba él, con los codos y la cabeza apoyados en la barra, con una copa de lo que seguramente sería Jack Daniel´s enfrente, y con un cigarro de la boca, mirando al suelo.

Una de esas mujeres le miraba, tal vez esperando que se quedara dormido para robarle o con interés de llevárselo a la cama. Dani, o Dan como le llamábamos nosotros, siempre había atraído la atención de las mujeres, sobre todo de las jovencitas que llenaban el centro formando pequeñas manadas el centro los fines de semana. Pero esta vez no iba a dejar que ninguna mujer, jovencita o no, calentara la cabeza a Dan.

Póngame un whiskey, por favor. - Dije al camarero más cercano todo lo alto que pude, pues la música country que sonaba en aquel tugurio estaba muy alta, mientras ponía un taburete al lado del de Dan, que había levantado la cabeza para verme llegar.

John, tío, gracias por venir colega, no sabía a dónde ir por eso he venido aquí. - Me dijo después de nuestro típico saludo ritual. Ya no tenía el cigarro en la boca. - Tranquilízate va, ¿quieres un cigarro? Toma. - Saqué el paquete de Malboro , me metí los dos cigarrillos en la boca, los encendí a la vez y después le pase uno, le dio una larga calada. - No sé qué hacer tío, a mi madre se le va la cabeza y encima el otro subnormal no deja de pegarla y a ella es como si no le importase, como si lo prefiriera a verse sola, o sin él… ya no lo sé. - Ahora cogió el vaso y lo vació en un instante, era como si el alcohol no le quemase, como si algo en él, ya estuviera ardiendo.

Lo miré y no dije nada, sabía, por fortuna o por desgracia, que en estas ocasiones es mejor escuchar que hablar, seguir cada una de las palabras y darles la importancia que merecen. Él tampoco dijo nada más, estaba esperando. Mejor dicho, los dos esperábamos a los que faltaban.

Los dos acabamos la siguiente ronda y una más mientras mirábamos aquel local, pues nunca habíamos estado en él, era un local antiguo, con sillas y mesas viejas, algunas medio rotas por años de uso o por alguna pelea entre borrachos, espejos en casi todas las paredes, algunos más nuevos que otros, un escenario con una barra americana para las maduras “bailarinas”, que hacían su espectáculo debajo de unos faros rotos, quizá por la misma razón que las mesas.

Donde estábamos nosotros no era mucho mejor, un camarero sucio y descuidado detrás de una barra sucia y descuidada. Todo y todos parecían tristes en aquel tugurio. Los pocos hombres que había estaban demasiado borrachos como para cumplir con alguna de las bailarinas, las cuales les robarían cuando alguno lo intentara. Ellas, mientras tanto, bailaban de una en una en aquel cutre escenario, con música country de fondo y sin ningún estilo.

Justo cuando iba a preguntarle al camarero si él era el dueño del garito aparecieron Mike y Karl. Uno alto, rubio, con ojos azules, que le hacían parecer siempre ilusionado, lo cual conjuntaba muy bien con la sonrisa que siempre tenía en la cara, a excepción de momentos más serios. El segundo, más bajo, con el pelo oscuro y la tez blanquecina, con unos ojos oscuros que escudriñaban todo lo que pasaba.

Llevamos toda la vida juntos, nos conocemos a la perfección y, para mí, era como si el destino los hubiese puesto a cada uno en la vida del otro. No había fracturas entre nosotros y si había problemas siempre se hablaba y se superaba juntos, pasara lo que pasara. Así que cuando Dan nos llamó, no se plantearon si ir o si no.

¿Qué pasa chavales? ¿Qué ha pasado Dan? - Dijo Karl, tras saludarnos a Dan y a mí. Mike en cambió, se dirigió directamente al camarero. - ¿Qué pasa Julius, y esa cara tan larga, no va bien el negocio? - Hola, Mike, cuanto tiempo tío, me alegro de verte. Como ves, ya no va tan bien como antes, aunque los fines de semana se sigue llenando, tendrías que venir Mike, tú y tus amigos. - No sé por qué no me lo imaginé. Mike conoce a todo el mundo de los suburbios y del mundo de la noche más, pues su padre se dedicaba a proveer de alcohol a todos los garitos de aquella zona de la ciudad y siempre se llevaba a Mike con él. Según él mismo dice, nació y morirá en un bar. - No sé yo Julius, veo que las chicas ya no son lo de antes, y mucho menos el garito, pero de momento ya me tienes aquí, pon una ronda de un buen whiskey, el mío y el Karl con Cola, ¿Jonh, con naranja, verdad?
- Ya lo sabes Mike. - Dijo Dan a Mike, y mirando a Julius le dijo. - El mío con Cola, por favor. -Nadaaa. - Dije. - Termínate tu copa y después pides otra, que tenemos que hablar, ¿no? - No muy de buena gana, pero Dan aceptó.

Cuando el camarero nos puso nuestras copas nos trasladamos los cuatro a una de esas viejas mesas, la más alejada, donde Dan pudiera hablar tranquilo.

Empezó cabizbajo, como si estuviera castigado o fuera a ser juzgado por alguien, pero se le escuchaba bien a pesar de eso y de la jodida música country. - Joder, no os lo imagináis, se ha ido todo el fin de semana de casa para gastarse el sueldo en putas y alcohol y ha vuelto llorándole a mi madre. - Cogió aire. Cada vez tenía los ojos más llorosos y le temblaban las manos de la rabia, pero consiguió seguir. - Ella se ha hecho la fuerte y ese hijo de puta no le ha dado opción, la ha callado de un puño. No he podido más, he cogido un cuchillo y le he echado de casa. Me dan igual sus amenazas, la próxima vez lo mato. - Ya llorando, con los puños cerrados. No era el único de los cuatro. Siguió. - Ella me ha echado, que lo tenía controlado, que no tenía que meterme, que todo era por mi culpa. No he podido más y me he marchado, no sé qué hacer. Voy a buscar trabajo o lo que sea, no voy a volver. - Cuando acabó, nos encendimos un cigarro, sin mediar palabra, sin mirar a Dan para no hacerle sentir débil. Bebimos mientras escuchábamos esa estúpida música country y veíamos bailar, a lo que, a cada trago, parecían mujeres más apetitosas.


Yo sólo pensaba en lo puta que es la vida, en que nadie debería vivir eso, menos con sus padres.
Se supone que son los que deberían querer y proteger a Dan ante todo en la vida, justamente, de todo esto. Supongo que no todos los padres quieren a sus hijos y que, al final, querer también es una decisión, incluso a los hijos. Nadie está obligado a querer a nadie, ni por motivos morales ni por nada.

Fue Karl el que habló primero - Pero, Dan, tu madre no es consciente de lo que hace... es como si estuviera enferma, ciega. - A lo que Dan le contestó. - Que le den por el culo, estoy ya muy cansado Karl, siempre haciéndose la víctima, la tratáis como si fuera idiota y no lo es, sabe perfectamente lo que pasa, lo he hablado con ella, ¿Sabes? Y siempre me promete que no volverá a pasar, que le echará definitivamente, y nunca sucede, yo ya creo que le gusta, que es forma de quererse, y, ¿sabes? Paso completamente de eso, tengo derecho a hacer mi puta vida. - Fue Tajante con ese tema, no tenía pensado volver.

- Os necesito chavales. Jonh ,-Dijo girándose hacia mí y mirándome a los ojos.-. puedo quedarme en tu piso, ¿verdad? Será un tiempo sólo, en lo que encuentro curro y todo eso. - Se notaba que lo había soltado todo, que había aligerado el peso, que lo había compartido, se le notaba más animado, aunque tal vez fuese por el alcohol. Ya no parecía que le quemaba nada por dentro, ese fuego, se había apagado.
- Claro Dan, aunque sabes que si no te vas rápido vamos acabar en la mierda o matándonos. Y te huelen fatal los pies, así que te los vas a lavar todas las noches, no quiero que el sofá huela a mierda por la mañana. También, desde mañana buscando trabajo...-
-Bueno, no le agobies ahora, es el momento de pasarlo bien, vamos a subir a bailar con esas señoritas. - Me cortó Mike con una gran sonrisa en la cara.


Saltamos de nuestras sillas todos a una, y subimos al escenario. Bailamos como vaqueros, es más, echamos a las mujeres del escenario, aunque alguna se nos unió a ese cómico baile, seguramente lo más emocionante que pasaba en aquel lugar en mucho tiempo. Mike le tiró la copa a Karl, el cual se puso serio y empezó a perseguirle para tirarle la suya por encima. Mike sorteaba las bailarinas mientras se las tiraba a modo de obstáculo a Carl de modo que parecía una versión del Mario Kart. Dan no dejaba de reír, y yo, les miraba con una sonrisa de oreja a oreja mientras me encendía otro cigarro. Allí estábamos los cuatro, como si nos pagasen por vivir despreocupados.

Para cuando Karl consiguió atrapar a Mike, éramos los únicos en “El mal querer, Pub”. Las mujeres seguían con nosotros eso sí, ya que no habían podido robar a ninguno de los viejos tristes, ¿Por qué no tirarse uno de esos chavales? A Dan ya le estaban comiendo la boca cuando Mike, bailando, no muy sensualmente que se dijera, como una stripper en la barra americana, la tiró abajo junto con todos los focos y parte del techo.
- ¿Pero qué cojones haces Mike? ¿Pero eres tonto, estás bien? - Dije entre risas.

Julius, que había levantado la cabeza en la barra para ver qué había pasado estaba atónito ante lo que le mostraban sus ojos. Cambió de una expresión bobalicona de incertidumbre a una cara que se iba poniendo cada vez más roja. Mike, ajeno a Julius, cuando vio que no le había pasado nada a él mismo, se empezó a reír a carcajadas, seguido de mí, mientras Karl, ya se hacía a una idea de lo que iba a pasar mientras miraba a Julius acercarse, cada vez más rojo.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡MIKE LOW, HIJO DE PUTA, TE VOY A REVENTAR LA CABEZA, VEN AQUI!!!!!!- Julius, de unos cincuenta años, era un hombre gordinflón, pero tenía fuertes brazos y una ancha espalda, aunque no era muy alto. Era fuerte, pero no ágil, y para atrapar a Mike, había que ser ágil. Además, estábamos el resto, las mujeres ya se habían ido tras todo el estruendo, hasta la que le comía la boca a Dan.

Los tres nos preparamos para huir, pero no nos iríamos sin Mike, el cual estaba en el suelo, lleno de polvo. Fue todo muy rápido, alguien le tiro una silla a Julius que lo pilló de improvisto, quizá, porque, en su cabreo, se había olvidado de nosotros tres. Yo empuje unas mesas para ponerlas entre Mike y Julius en lo que Dan Iba por Mike, que en verdad se había hecho daño en un tobillo. Cuando Julius se levantó después del sillazo recibido es encontró con un puño de Carl que lo noqueó.

Salimos de allí corriendo, con Mike cojeando entre Dan y yo mientras se reía. Karl había aprovechado para robar unas cuantas botellas. Corrimos, arrastrando a Mike, hasta una fuente que había dentro del parque Folk, el que había cerca del garito. Nos escondimos entre algunos arbustos, era ya muy de madrugada, ya era martes.

Bebimos todo lo robado y, mientras me fumaba un canuto, no paraba de recordarme que al día siguiente tenía que ir a trabajar.



Comentarios

  1. Buenas Juan Carlos,
    te escribo para comentarte que me ha gustado mucho el primer capítulo de tu obra y que espero ansioso la segunda entrega.
    Gracias.

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